El reloj biológico
Los culpables son los ritmos circadianos. Con ese nombre se conocen los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo aproximado de 24 horas y que responden, principalmente, a la luz y a la oscuridad en el ambiente de un organismo. A la mayor parte de la gente, sin embargo, nos gusta cambiar la expresión más científica de ritmos circadianos por la más popular de “reloj biológico”. El reloj biológico hace que cada día tengamos sueño hacia la misma hora o hacia la misma hora tengamos la necesidad más o menos perentoria de ir al servicio.
El reloj biológico o los ritmos circadianos son, también, los responsables de que sea precisamente en una determinada franja horaria del día y no en otra cuando nuestra libido está especialmente activada y a nosotros nos apetece más disfrutar del sexo. Hay gente que es de sexo matutino y gente de sexo vespertino, gente que suele experimentar sus subidones de libido a la hora de la siesta y gente que se siente más preparada para disfrutar de una relación sexual cuando el sol ya ha caído y la noche ha dado ya sus primeros pasos.
Pero esas preferencias, marcadas por los ritmos circadianos, cambian con el tiempo o, al menos, eso es lo que se desprende de un estudio realizado por el doctor Paul Kelley, del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Oxford.
Kelley ha destacado en su estudio la influencia determinante que el trabajo posee sobre los ritmos circadianos. Éstos están, en grandísima medida, determinados por aquél. El tipo de trabajo determina cuándo apetece más mantener una relación sexual. Quien trabaja en una oficina preferirá una hora. Quien trabaja a turnos en una fábrica, otro. Quien trabaja en casa, otro muy distinto. Y la mayor parte de ellos cambiarán sus hábitos cuando estén de vacaciones.
El estudio realizado por Paul Kelley sobre los ritmos circadianos y su influencia sobre la práctica sexual destaca cómo el momento ideal del día para practicar sexo cambia según la edad. Cada década, pues, tendría su momento del día para gozar de las maravillas de Eros. Para maximizar nuestro “esfuerzo” nada mejor que practicar sexo dentro de la franja horaria que los ritmos circadianos determinen para nuestra edad.
Veamos, a continuación, cuál es el momento idóneo del día para practicar sexo para cada década de edad.
La hora del sexo a los veinte
Entre los veinte y los treinta años un hombre o una mujer se encuentran en su pleno esplendor sexual. A esa edad, el sexo apetece a cualquier hora y a cualquier hora se rinde bien. El estudio de Paul Kelley, sin embargo, señala que alrededor de las 15 h es cuando el veinteañero o la veinteañera experimentan un pico de energía sexual.
¿Por qué precisamente alrededor de esa hora y no en cualquier otra franja horaria del día? Kelley lo explica y justica así: sobre las 15 h, la orexina, un neurotransmisor que promueve el estado de alerta, se va imponiendo progresivamente a la melatonina, que produce el efecto contrario, a lo largo de la mañana. En esa franja horaria que separa la mañana de la tarde, pues, se produce el sorpasso de la orexina respecto a la melatonina. Y ése es el tiempo que el veinteañero debería aprovechar, al decir de Kelley, para gozar de su sexualidad.
La hora del sexo a los treinta
La treintena es la época del polvo mañanero. ¿A qué hora? Según Paul Kelley, a las 8:20 de la mañana. Es decir: cuando ya haya amanecido. En esa franja horaria, la luz del día ha activado la producción de testosterona.
Los cambios del reloj biológico experimentados durante el tránsito de los veinte a los treinta años hacen que se adelante la hora diurna en que, sexualmente, damos lo mejor de nosotros mismos.
La hora del sexo a los cuarenta
Las 22:30. Ésa es la mejor hora del día, según el Dr. Paul Kelley, para que los cuarentones mantengan relaciones sexuales ya que es a esa hora cuando se produce una especial liberación de oxitocina. La oxitocina, conocida como la hormona del amor, es la responsable primera de que cuajen las relaciones afectivas duraderas. El sexo a esta edad, pues, se vuelve más pausado, más relajado. Y es el relax, también, lo que la persona empieza a priorizar sobre otro tipo de sensaciones.
Para mejorar el rendimiento sexual y hacer que éste se vuelva especialmente brillante a la hora señalada (es decir, para ajustar correctamente el reloj biológico y hacer que éste marque la hora como es debido) Paul Kelley recomienda a quienes tienen una edad que oscila entre los cuarenta y los cincuenta años ir a dormir antes de medianoche y levantarse apenas unos minutos antes de las 8 de la mañana.
La hora del sexo a los cincuenta
Las mañanas de las personas que ya han cumplido los cincuenta años (al igual que sucede con las que han sobrepasado la barrera de los cuarenta) suelen ser mañanas muy ocupadas. Ése es el tiempo del trabajo, de la oficina, del comercio, de la fábrica. El sexo (con la pareja estable al menos) se practica mejor a esta edad cuando llega la noche, justo antes de dormir. El efecto relax de la práctica sexual permite dormir más profundamente para, así, cargar las baterías de cara a otro día de duro trabajo.
La hora del sexo a los sesenta
Conforme vamos haciéndonos mayores más recomendable es cenar temprano. Cenar temprano reduce el riesgo de sufrir acidez estomacal o indigestión. Las 20:00, así, se convertiría en una buena hora para cenar. Tras ella, y de manera tranquila, las personas de más de sesenta años podrían encontrar el mejor momento para entregarse al placer sexual según se desprende del estudio realizado por Paul Kelley sobre la influencia de los ritmos circadianos en la práctica sexual.
¿Quieres probar a ajustar tu práctica sexual a las franjas horarias que Paul Kelley recomienda en su estudio para la gente de tu edad? ¿Quieres comprobar hasta qué punto a esas horas, precisamente, el sexo es más placentero y satisfactorio? Hazlo. Nunca está de mal probar determinadas experiencias, en especial cuando dichas experiencias tienen que ver, directamente, con el placer. Eso sí: si se te presenta la ocasión de disfrutar del sexo en una franja horaria distinta a la que Kelley recomienda para los que tienen tu edad no se te ocurra desaprovecharla. Decirle que no a un polvo por atender a los mandamientos de los ritmos circadianos es decirle que no a la vida. Y a la vida no se le puede decir que no.