Sexo salvaje
La idea que se tiene del sexo tántrico acostumbra a girar en torno al eje de la tranquilidad. El sexo tántrico acostumbra a ser percibido como una actividad sosegada y tranquila, llena de rituales encaminados a ahondar en la conexión entre los miembros de la pareja. Pero el sexo tántrico puede tener, también, su lado salvaje. En el sexo tántrico también cabe el sexo animal, el sexo primitivo, el sexo en el que los miembros de la pareja se dejan ir y dejan que sus instintos salgan a la luz sin cortapisas ni barreras.
En lenguaje tántrico, cuando se habla de ese dejar aflorar las energías primitivas se habla de la energía kundalini o energía de la serpiente. La mejor manera de hacer aflorar esa energía kundalini, imprescindible para mantener un tórrido encuentro de sexo animal, es utilizar una música rítmica y rápida. Con ella, y colocados los dos miembros de la pareja frente a frente, uno y otro deberán empezar a sacudir sus cuerpos. Ese movimiento, que debe iniciarse por las rodillas, debe seguir por cadera y vientre. Poco a poco se debe dejar que ese temblor se vaya apoderando de todo el cuerpo. Éste debe moverse, en cierto modo, como si la persona estuviera de pie sobre una plataforma vibrante.
El papel de la risa
Puede ser que este ejercicio te haga sentir en una situación extraña. Para acabar con esa sensación lo mejor es incorporar la risa a vuestro ritual tántrico destinado a posibilitar un gran encuentro en la que el sexo sea puro sexo animal. Reíd. Reíd sin miedo. La risa es una llave perfecta para liberar toda esa energía que es natural, nuestra, y que en demasiadas ocasiones dejamos encerrada bajo siete llaves por motivos de vergüenza, inseguridad, autorepresión, etc.
Si ríes, verás cómo esa energía va brotando de ti y cómo, poco a poco, te va embargando un sentimiento de euforia. Cuando sientas que la euforia se ha apoderado de ti, colócate a cuatro patas, como si fueras un perrito, y jadea y saca la lengua. Si sientes que se apodera de ti un sentimiento de vergüenza, vuelve a reír. Seguro que la risa se lleva con ella ese puntito de pudor que puede impedirte disfrutar completamente del momento.
Cuando expulses el aire, intenta hacerlo completamente. Que tu abdomen quede encogido y recogido como el de un galgo. Haz esto durante todo el tiempo que desees. Eso sí, detente si, en algún momento, te sientes mareado. Cuando hayas acabado este ejercicio, te sentirás lleno de energía y, al mismo tiempo, relajado.
Tras haber realizado las posturas animales, sus jadeos y gruñidos, te sentirás seguramente liberado de complejos e inhibiciones. Éste es el momento idóneo para sacar tu lado más salvaje y entregarte a una extenuante y muy placentera sesión de sexo animal. Besa con avidez y pasión. Colócate tras tu amante. Frótate con ella. Mordisquea su nuca. Intenta montarla desde atrás mientras gruñes deliciosas marranadas junto a su oreja. No pongas límites a tu deseo ni que tu pareja lo ponga al suyo. Entregaos el uno al otro sin tapujos. Sed dos animales en celo que se desean. Y disfrutad de ese momento.