La filosofía tántrica y su forma de entender el mundo está íntimamente relacionada con dos religiones orientales: el hinduismo y el budismo. De la estrecha relación existente entre hinduismo y Tantra ya hablamos en nuestro artículo “Tantra e hinduismo”.
En aquel artículo apuntábamos cómo el hinduismo no era considerado por muchas personas una religión en el sentido estricto, sino más bien como “un conjunto de ideas y prácticas religiosas, filosóficas y culturales que, entrelazadas entre ellas, dan lugar a una forma de vida o a una forma de concebir la vida y el Universo”. Así, todas las tradiciones y creencias que forman parte del hinduismo se articulan alrededor de unos principios fundamentales entre los que podríamos destacar la defensa de la no violencia, la penitencia, el rezo, el ascetismo y, por supuesto, la reencarnación o, mejor dicho, la rueda de las sucesivas reencarnaciones. Directamente relacionado con este principio fundamental del hinduismo e íntimamente ligado con el espíritu de la filosofía tántrica encontramos el concepto de Samsara. A él vamos a dedicar este artículo.
¿Qué es el Samsara?
Samsara es un concepto tántrico que podría traducirse por “flujo” o “devenir”. En el hinduismo (y también en la filosofía tántrica) este concepto se usa para hacer referencia a la rueda de las reencarnaciones. Estas reencarnaciones no es más que la incesante sucesión de reacciones debidas a una acción determinada. Cada acción, pues, provocaría una reacción. La ley de causa y efecto del Universo, el Karma, determina que eso es así.
Según el pensamiento hindú, hay un Gran Samsara que contiene en su interior Pequeños Samsaras. El Gran Samsara hace referencia al ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento. Los Pequeños Samsaras, por su parte, hacen referencia a los actos, sucesos y situaciones diversas que forman parte y que dan sustancia a esa vida.
Los Pequeños Samsaras de la vida
Hay muchas formas de vivir. La mayor parte de nosotros escogemos aquélla que el Sistema (social, cultural, ideológico, religioso…) nos ofrece envuelta en una idea de “seguridad”. Así, después de nacer crecemos, nos casamos, nos endeudamos con hipotecas, tenemos hijos, amantes, nos divorciamos, a veces nos volvemos a casar y, finalmente, morimos.
Por decirlo de algún modo, ésa es la zona de seguridad que nos ofrece el Sistema. Mientras permanecemos en esa zona de seguridad, el sistema está a salvo. Pero permanecer en esa zona de seguridad, en muchos casos, implica despreciar la capacidad de ser libres y de crecer mentalmente de verdad. Un proverbio tántrico lo dice bien claro: “lo que creemos que nos libera es, con toda probabilidad, lo que nos esclaviza”.
Muchas personas se aferran a esa zona de seguridad aún a costa de pagar un alto precio en forma de frustración que se va acumulando día a tras día, que crea un samsara tóxico y que acaba por enfermar a la persona espiritual y anímicamente. Muchas personas, incapaces de romper los barrotes transparentes que el Sistema nos impone, acaban atrapadas en ese samsara dañino del que hablamos. Son personas que no viven la vida como algo gozoso y que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, impiden que quien está a su lado la pueda vivir así. Por decirlo de una forma popular: son personas que ni viven ni dejan vivir.
Salir de la zona de seguridad
Salir de la zona de seguridad no es una tarea sencilla. La libertad tiene sus costes. Uno de ellos es el de tener que enfrentarse a los propios miedos y angustias. Elegir, en el fondo, siempre es más difícil que obedecer. El miedo a la libertad existe. Teóricos de la contracultura ya hablaron de él y de la necesidad de vencer ese miedo para poder conquistar esa libertad que nos hará seres más completos y felices.
Toda salida de la zona de seguridad implica un modificación de los Pequeños Samsaras y, por tanto, acaba afectando al Karma. Nada escapa a él. Él es, en el fondo, el fruto de nuestras acciones y nuestra forma de estar en el mundo.
Tantra para cambiar el Samsara
Para escapar de esa tóxica zona de seguridad de la que hablábamos anteriormente, nada mejor que utilizar las enseñanzas del Tantra. Ya que somos cuerpo, utilicemos el cuerpo para sanarnos y, así, abrirnos de manera positiva y sin miedos al flujo de la vida. Actuando de ese modo aquietaremos nuestra mente, calmaremos sus angustias y eliminaremos sus miedos.
Siguiendo los consejos del Tantra, despertaremos nuestra energía sexual y, con ella, nuestra energía espiritual. Gracias a ello conseguiremos poner en marcha una nueva vida y, gracias a ello también, nos relacionaremos con los demás de una nueva forma, más sana y enriquecedora. El Tantra, así, nos transformará, nos liberará y nos convertirá en personas más auténticas, libres y gozosas.
Para ello, debemos convertir el Tantra en algo cotidiano. En nuestro artículo “¿Cómo convertir el Tantra en algo cotidiano?” te damos una serie de ideas básicas para conseguirlo.