El masaje erótico, un gran regalo
¿Es el cumpleaños de tu chica y no sabes qué regalarle? ¿Por qué no le dedicas un tiempo en exclusiva? ¿Por qué no pones tus manos a su servicio y le brindas un masaje sensual, erótico e inolvidable? Dile que se merece un tiempo de delicioso masaje y que, por ello, has reservado entre veinte y treinta minutos para mimar su cuerpo como se merece. Recuérdale que debe intentar relajarse, que respire profundamente y que se concentre todo lo que pueda en sentir la caricia que está recibiendo de tu parte. Para que esto sea así, estaría muy bien que acompasarais las respiraciones y que cada aliento sirviera para acompañar un contacto, movimiento o caricia.
Siéntate a su lado izquierdo y coloca suavemente tu mano derecha sobre su corazón. Tu mano izquierda, ponla sobre su vello púbico. Imagina que una corriente de energía fluye desde el corazón a los genitales. En ti, mientras tanto, imagina que sucede al revés: la energía que mana de tus genitales llega hasta tu corazón. Miraos a los ojos y respirad juntos hasta que sintáis cómo la conexión entre vosotros se hace más intensa. Recuerda que, de todos los ejercicios que hemos venido practicando hasta ahora, éste es el primero en el que los genitales están expuestos en el masaje. Expresa lo que te gusta ese cuerpo en voz alta. Puedes decir algo así como: “¡cuánto placer me proporciona este cuerpo!, ¡qué regalo para mí!, ¡qué gozo me ha dado la vida!” y expresiones semejantes, todas laudatorias.
Caricias especiales
Para realizar una primera caricia o toque sobre la parte delantera genital de tu pareja puedes elegir entre las ideas que vamos a proponerte a continuación.
Puedes utilizar un echarpe de seda y con él, dulcemente, realizar leves movimientos (como si el echarpe flotara) a lo largo de su cuerpo. Aquí, cuando más ligero y lento, mejor. En este caso, menos es más. Deja que el echarpe acaricie el interior de sus muslos. Que desde los pies vaya subiendo, poco a poco, hasta la entrepierna y los genitales. Mientras lo haces, susúrrale palabras de amor y cariño.
Una piel de chinchilla o conejo también puede servir a tal efecto. Lo importante es la lentitud y la suavidad, que deslices la piel entre los dedos, sobre sus pezones, junto a las orejas, por el rostro…
En tu cocina también puedes encontrar elementos que te van a ayudar a dar un toque distinto a tu caricia. Piensa en el almidón en polvo. Coge una cucharada y ponla sobre tus manos. Frótalas y, tras haberlas frotado, realiza tus caricias, primero por un costado de su cuerpo y después por el otro. Seguramente su piel y su carne agradecerán la experiencia aportada por el almidón.
Alguna pluma también puede servirte para realizar este ejercicio tan placentero. Siéntate con las piernas cruzadas a los pies de ella, colocando tus piernas entre sus muslos y, con una pluma, realiza diversos trazos desde su pies, subiendo por el interior de la pierna, sobre el vello púbico, y, después, realizando el mismo camino, esta vez a la inversa, por la otra pierna. Incluye alguna excursión de la pluma hacia el corazón y los pechos. Desde esta posición puedes soplar una refrescante corriente de aire constante sobre sus genitales.
La opción más moderna y sofisticada que te ofrecemos para realizar estas caricias es, sin duda, la del vibrador. Si posees uno, pon la palma de tu mano sobre los genitales y, en el dorso de la misma, coloca el vibrador, en marcha. Las vibraciones procedentes de la mano y transmitidas a través de ellas por el vibrador serán unas vibraciones suaves, sólo el anticipo de lo que pudiera ser la aplicación directa del vibrador sobre esos genitales. Esto requiere tener una idea en mente: la de no tener prisa, la de no querer alcanzar cuanto antes el clímax del placer. El hombre tiende a querer pasar directamente al tacto genital y al placer meramente sexual. Esas prisas hacen perder un sinfín de experiencias de placer. Temple y calma, que todo llegará. Disfruta del camino, porque puede ser maravillosamente placentero.
Entrenando tu respiración
Mantén la palma de la mano sobre los genitales, sin vibración, y coloca la otra suavemente sobre su abdomen. Recuerda y ten siempre presente que el acompañamiento que tu respiración puede hacer sobre tus caricias es fundamental para hacerlas más efectivas. Esa respiración debe ser lenta y profunda, y debe permitir que tu mente se centre única y exclusivamente en el momento que se está viviendo y en la felicidad que acarrea.
Como te hemos dicho, sincronizar la respiración con tu pareja os hará sentir una mayor unidad e intimidad. Si su respiración es inaudible, y no eres capaz de distinguir su inhalar o su exhalar, pregúntale en un susurro por ella. “¿Dónde está tu respiración?. No la siento”. Cuando las respiraciones se hayan sincronizado, apoya tu mano sobre su vello púbico y mantén la mano ahí durante un tiempo, sintiendo la pequeña vibración que acompaña a cada inhalación o exhalación.
El sonido como guía
Como realizador de la caricia que eres, debes conseguir que los suspiros y sonidos de tu pareja sean audibles. Debes animarla a que se abandone sin remilgos a todo tipo de expresión verbal. Que su garganta se afloje y que el sonido salga sin esfuerzo de su cuerpo. Si pierde la conciencia del propio sonido que realice, será mucho más fácil que se deje ir y exhale ese sonido que no es otro que el sonido del placer. Anímale diciendo cosas del tipo: “¡qué sexi me resulta escuchar tu respiración!, ¡cuánto me gusta escuchar tu aliento!”
Ofrecemos mucha resistencia a proferir sonidos, incluso durante el acto sexual. Se nos ha enseñado a estar en silencio mientras respiramos y a poner coto a nuestros deseos y a nuestras pasiones más íntimas. La tranquilidad y el silencio pueden estar bien para el masaje terapéutico, pero no para el masaje erótico, que es sobre el que aquí tratamos. Rebélate contra el silencio. Respira. Respira fuerte. Combina los suspiros con tu amante. La respiración y el sonido son dos estupendos instrumentos para llegar al éxtasis. Utilízalos.