¿Cuántas mujeres no han despertado una mañana sintiendo cómo el pene de su pareja, acurrucado junto a ella y con el pecho pegado a su espalda, se abría paso desde atrás, entre sus piernas, buscando el acogedor refugio de su coño? Estamos seguros de que muchas. Los penes, cuando su propietario está bien de salud y no están carcomidos por el estrés o padecen algún tipo de disfunción, tienen la costumbre de despertar brillantes y erguidos, “pidiendo guerra”. Hacer caso a su solicitud de acogida es una buena manera de despertar. Muy buena. Ya llegará el momento del café, la tostada y de salir corriendo para no llegar tarde al trabajo. Entregarse a ese momento del placer es una excelente manera de empezar el día y, ¿por qué no?, de celebrar esa oportunidad de vivir un día más que nos acaba de regalar la vida.
La postura de la cuchara, además, es una postura muy íntima. Las personas se adaptan con comodidad y la caricia se hace especialmente sensible. El hombre puede contactar desde atrás con la mujer (¿no creéis que es una delicia sentir el contacto de los glúteos de la pareja sobre los muslos?) y, al mismo tiempo, acceder con sus manos a sus pechos y genitales. Cuando las piernas de la mujer están juntas, además, la fricción sobre el pene se hace más intensa. Esta postura también es ideal para que puedan adoptarla las mujeres embarazadas (siempre que no quieran colocarse un cinturón con un pene artificial y penetrar desde atrás a su pareja) y para todos aquellos que tengan una barriga prominente y oronda.
Y ya que eres tú, hombre, quien tienes más posibilidades de iniciar este encuentro mañanero, ¿no crees que sería buena idea presentarse al encuentro con un regalo en el dedo? Un vibrador de dedo puede ser una gran idea para estimular el clítoris de tu pareja mientras la penetras desde atrás. El vibrador de dedo es un juguete humilde y sencillo pero que da muy buenos resultados.
Para hacerlo todo como es debido, sin precipitaciones ni errores que malogren un buen polvo matutino, sigue los consejos que te damos a continuación.
En primer lugar, no permitas que el bote de lubricante esté lejos de la cama. Nunca debería estarlo, por cierto. Si está el despertador, ¿por qué no puede estar el bote de lubricante? Él nos proporcionará el chorrito justo con el que lubricar el pene. El vibrador de dedo, con su pila de reloj incluida y en forma, espera su momento de entrar en acción.
Lo hará después de que hayas adoptado la posición adecuada, y hayas masajeado y acariciado con delicadeza y, al mismo tiempo, seguridad, los pechos de tu pareja. Puedes ponerte ahora, si lo deseas, el vibrador. La vibración del mismo puede ser un buen camino para estimular los pezones, seguramente endurecidos, de tu pareja.
Vibrador de dedo
Seguramente estas caricias (las que hayas hecho sobre su pecho y pezones, las que hayas realizado sobre su cintura y caderas, los besos que hayas dejado en su cuello y hombros, el pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja) y el contacto de tu polla pegada a sus glúteos habrá hecho que las paredes de su vagina hayan empezado a segregar el flujo que, junto al lubricante, permitirá la fácil entrada de tu pene dentro de su coño.
Haz que ese pene ansioso y duro entre dentro de ella (seguramente, ella ya lo está deseando), pero no permitáis que sus ansias precipiten el final. Lo bueno de la postura de la cuchara es que permite una relación lenta y prolongada que contrasta con las relaciones mantenidas con otras posturas mucho más enérgicas.
Otra de las virtudes de esta postura es que hombre y mujer pueden ir alternándose en controlar el ritmo y la profundidad de la penetración.
Cuando haya llegado el momento en que la mujer desee que el vibrador entre en acción, que lo solicite. Pueden suceder dos cosas. Que tú, hombre, sepas cómo utilizar correctamente el vibrador o que no lo sepas. Si ya lo has usado y sabes cómo reacciona ella a su acción, aplica tu sabiduría. Si no lo has usado, deja que sea ella, poniendo una mano sobre la tuya, quien te guíe en su uso. No te obceques por una tonta cuestión de orgullo. Deja que tu pareja te enseñe. Cuando hayas aprendido, el gozo compartido será mucho mayor y ella valorará especialmente tu empeño en desear aprender para hacerla gozar.
Si estáis lo suficientemente despiertos, probad de incorporar a vuestro juego mañanero otros juguetes. Quizás sea interesante incorporar un dildo o un vibrador.
Si la mujer desea que el hombre siga jugando con sus pechos, puede ser ella quien, sirviéndose del dedo vibrador, se masturbe mientras él la sigue penetrando. Un vibrador colocado entre las piernas, transmitiendo vibraciones a toda la zona genital mientras él está metido dentro de ella, también puede aportar un plus de placer nada desdeñable.
La postura de la cuchara es también una postura muy útil para practicar el sexo anal. Al tiempo que es muy cómoda para los socios, permite que la persona receptiva controle gran parte del movimiento, buscando así el ritmo e intensidad y profundidad de penetración deseados.