Nombres ingleses para viejas prácticas
Sabemos que siempre te ha preocupado ponerte al día en materia sexual. Sabemos también que procuras informarte al máximo y que buceas en blogs y páginas webs de sexualidad a la búsqueda de la última novedad, juguete erótico, postura sexual o técnica amatoria que te permita, cada vez más, disfrutar de tu sexualidad. Por eso damos por seguro que sabes lo que es el cumshot, y el fisting, y el sexting, y el dogging. Sabemos que no te extrañas cuando escuchas las siglas BDSM y que ya sabes que la vagina de la mujer no sólo esconde el Punto G, sino que también guarda en sus íntimas humedades los puntos A, U y K. Y que no alzas las cejas con gesto de incomprensión cuando escuchas palabras como spanking o facesitting. Y es precisamente porque sabemos todo eso por lo que damos por supuesto que ya te habrás dado cuenta de que, en muchas ocasiones, esos términos sirven para nombrar prácticas eróticas que no son nuevas (ciertamente, creemos que queda poco que inventar en materia sexual).
Esto que acabamos de describir sucede con una práctica a la que vamos a prestar atención en este artículo. Dicha práctica se llama petting y tampoco es nueva. De hecho, bastará preguntar a muchas parejas de generaciones anteriores para que sonrían y nos digan que sí, que el petting ya existía décadas atrás, y que ellos eran grandes expertos en petting.
La palabra petting deriva del verbo inglés “to pet”. Este verbo hace referencia al acto de acariciar, besar o mimar. El petting, pues, sería esa práctica sexual que, a base de besos, caricias, roces, etc. conduce a la persona al orgasmo. El petting excluye la penetración, pero no la masturbación. El petting es, pues, la exaltación al máximo de los preliminares y su establecimiento como parte fundamental y final de la práctica sexual.
Algo más que un magreo
El petting es lo que practicaban o practican las parejas de novios que no querían o no quieren renunciar al disfrute de la sexualidad pero que deseaban o desean salvaguardar la virginidad (la femenina al menos) hasta el matrimonio.
En el petting caben la caricia y el beso, el lamido y el mordisco, la felación y el cunnilingus. En el petting adquiere protagonismo estelar la estimulación manual. Por eso muchos dicen que el petting es algo así como el tradicional magreo. Nosotros creemos que es algo más. Por eso creemos que para convertir el petting en una maravillosa práctica sexual es importante conocer la anatomía de la vagina, saber cómo manejarse con el clítoris, descubrir la sensibilidad del glande y el escroto y, en definitiva, dominar toda la gama de técnicas eróticas que excluyan la penetración.
Si el sexo en general desecha las prisas como compañeras de viaje, el petting no puede existir de ninguna manera si éstas están presentes. Para practicar el petting hay que olvidarse del reloj. Sólo así se podrá potenciar lo que son las dos características principales del petting: la exploración y la experimentación. Recorrer el cuerpo de la pareja lentamente, deteniéndose en sus puntos más sensibles, son las claves fundamentales del petting. Ese lento viaje nos permitirá experimentar con diferentes opciones de estimulación. Usar plumas, lubricantes comestibles, geles, cremas o aceites de masaje pueden ser excelentes maneras de enriquecer esa maravilla con reminiscencias casi de adolescencia que es el petting, una práctica erótica a la que le puede sentar de maravilla la incorporación de un juego de rol.
Sin duda, el petting es una práctica que puede llegar a ser muy excitante y que puede llegar a pedir más. Dar el paso hacia la penetración puede ser lo más natural entre adultos experimentados. En ese caso, el petting habrá dejado de serlo y se habrá convertido en un preliminar más o menos intenso.