Polución nocturna
Hay expresiones que, pese a nombrar una realidad gozosa, tienen, a simple vista, una nomenclatura un poco negativa. La de “polución nocturna” es una de esas expresiones en las que confluyen un fondo placentero con una nomenclatura no demasiado atrayente. Cuando hablamos de “polución nocturna” estamos hablando del orgasmo masculino alcanzado en sueños.
Y es que el orgasmo no es algo que tenga que asociarse única y exclusivamente a nuestra actividad de vigilia. Los seres humanos no dejamos de ser seres sexuales por el simple hecho de entregarnos a los brazos de Morfeo. Es más: cuando nos adentramos en la nebulosa de nuestro propio sueño cortamos las amarras que nos atan a la realidad y nos entregamos completamente a los dictados de nuestra fantasía y a las características más íntimas de nuestro propio erotismo.
Como acostumbra a decirse, nuestro órgano sexual más poderoso es nuestro cerebro. Tanto, que incluso hay personas que, sin estimulación física directa, pueden alcanzar el orgasmo sólo con la estimulación mental. El imaginar suele ser más efectivo que el ver y la imaginación de cada cual siempre revoloteará alrededor de aquellos temas, imágenes o incluso fetiches que más exciten a quien se entrega, con ánimo erótico, a la tarea de imaginar. Si esa labor de imaginación se produce (aunque a un nivel inconsciente) cuando uno está durmiendo, es probable que toda esa excitación o estimulación única y exclusivamente cerebral conduzca a un orgasmo en sueños.
El cerebro: órgano sexual
El funcionamiento de los mecanismos mentales que pueden conducir al orgasmo en sueños no está suficientemente estudiado. Tampoco el hecho de que haya mujeres que pueden alcanzar el orgasmo durmiendo y no mientras están despiertas. Lo que sí está estudiado es en qué fase del sueño se producen esos sueños eróticos que pueden acabar conduciendo al orgasmo. Es durante la fase REM cuando se produce esa maravillosa y explosiva conexión entre el cuerpo y la mente. Durante esta fase del sueño, una mayor cantidad de sangre fluye hacia los genitales. Que el cerebro reconozca esa mayor afluencia de sangre y la interprete como excitación sexual podría explicar el hecho de que el propio cerebro, estimulado por ese reconocimiento de la sangre fluyendo por los genitales, inicie una tarea mental que conduce al orgasmo en sueños.
La tarea cerebral durante el sueño, además, se libera de los límites que, cuando se está consciente, actúan sobre ella coartándola. Por eso, en sueños, la sexualidad puede sentirse de una manera mucho más intensa que despierta. Los escenarios que se diseñan son los escenarios que más nos estimulan y las fantasías son las fantasías que de verdad nos ponen. Por eso el orgasmo durmiendo puede ser, en algunas ocasiones, más fácil de alcanzar que el orgasmo de la vigilia.
Según muchos sexólogos, esas barreras mentales que, por influencia educacional o cultural, nos ponemos cuando estamos despiertos, hacen que, en los casos más radicales, se desemboque en la anorgasmia. La cultura o los tabús pueden hacer que rechacemos la posibilidad de experimentar una determinada práctica sexual que, quién sabe, podría proporcionarnos el mejor orgasmo de nuestra vida.
Orgasmo en sueños: territorio femenino
Ahora bien: ¿cuál de los dos sexos es más proclive a disfrutar del orgasmo en sueños? Pues bien: a pesar de la fama que el hombre posee de pensar más en el sexo que la mujer, es la mujer la que con mayor facilidad posee a la hora de alcanzar el orgasmo durmiendo. Otra cosa es que ella, al despertar, no lo recuerde. El hecho físico de que la eyaculación masculina deje más rastro físico que el orgasmo femenino puede hace más constatable el orgasmo en sueños masculino que el femenino, pero eso no quiere decir nada en cuanto la facilidad de uno y otro para alcanzar el orgasmo en sueños.
Los sueños eróticos que conducen al orgasmo durmiendo son más habituales durante la adolescencia que en otros momentos de la vida. Hay quien dice que, durante la adolescencia, esos sueños hipersexualizados y que tienen la capacidad de llevarnos al orgasmo en sueños actúan como sustitutos de unas relaciones sexuales ausentes. Como el adolescente no puede mantener las relaciones sexuales que desea, se alivia eyaculando en sueños.
Para otros autores, el sueño erótico y el orgasmo durmiendo son las respuestas que el cuerpo da a los estímulos que, tanto inconsciente como conscientemente, recibimos durante el día.