Reacios al condón
Son muchas, demasiadas, las personas reacias, a estas alturas de la historia, a utilizar el condón. No importa que se les diga que el preservativo es el mejor sistema para evitar los embarazos no deseados y uno de los más efectivos para evitar la transmisión de determinadas enfermedades de transmisión sexual (ETS). Esas personas hacen oídos sordos a las recomendaciones de utilizar condón y prescinden de él a la hora de mantener relaciones sexuales. Cada una de esas personas expone un argumento particular para justificar su actitud hacia los preservativos. Unas hablan de pérdida de sensibilidad; otras, de alergia; algunas, de la imposibilidad de utilizar preservativos si al mismo tiempo usamos ciertos lubricantes.
Mitos. Muchas de las opiniones que se dan sobre los preservativos están contaminadas por el mito o, por lo que viene a ser algo muy parecido, por una información errónea o mal digerida. En este artículo intentaremos romper algunos de los mitos sobre el uso del preservativo.
Uno de ellos, capital, y que hace que muchos hombres renuncien al uso del preservativo, es el que se ampara en el argumento de que el condón hace perder sensibilidad y, por tanto, convierte el acto sexual en algo menos placentero. Negar que al usar el condón se pierde sensibilidad sería negar algo que, en cierto modo, es evidente. Pero la industria del juguete erótico ha avanzado mucho en los últimos años y los preservativos que se fabrican ahora no son iguales que los preservativos que se fabricaban hace veinte o treinta años. En la actualidad puede encontrarse una gran variedad de preservativos en el mercado. Las marcas más prestigiosas del mercado han lanzado sus modelos “sensitivos”, preservativos mucho más finos y, al tiempo, seguros, que los tradicionales. Este tipo de condones garantizan la seguridad que debe exigirse a cualquier profiláctico y, al mismo tiempo, permiten el mantenimiento de unas relaciones sexuales en las que la pérdida de sensibilidad por el uso del preservativo no sea demasiado grande.
Una buena manera de acostumbrarse al contacto del látex en el pene es, sobre todo en aquellas épocas en las que se está descubriendo el sexo y sus placeres, masturbarse con un condón puesto. Una buena manera de concebir la masturbación es entenderla no sólo como un simple desahogo fisiológico sino como una manera de conocerse mejor y de descubrir en nosotros los mecanismos, roces o caricias que activan e intensifican nuestro placer. Así, masturbarse con un condón puesto sería una buena manera de prepararnos para, posteriormente, naturalizar su uso en nuestras relaciones. Actuando con el condón de ese modo nos servirá para, una vez mantengamos relaciones sexuales con preservativo, evitar esa sensación de pérdida de sensibilidad que tradicionalmente se asocia al uso del condón durante las relaciones con penetración.
Nunca más de uno
Otro de los mitos sobre el uso del condón con el que hay que acabar cuanto antes es el que se fundamenta en algo que en ocasiones se dice un poco en broma pero que muchas personas (la experiencia lo ha acabado demostrando) lo afirma en serio: para extremar la seguridad, mejor ponerse dos condones, uno encima del otro.
Afirmar lo anterior es, digámoslo cuanto antes, una gran barbaridad y un error que puede salirnos muy caro tanto a nivel profiláctico como a la hora de evitar un embarazo no deseado. Un condón puesto encima del otro no incrementa la seguridad. Al contrario: la disminuye. El roce de látex contra látex provoca habitualmente la ruptura del condón. Así, lo más aconsejable es, siempre, utilizar correctamente el condón. Y utilizarlo correctamente significa, por ejemplo, no esperar a colocarlo cuando se acerque el momento de la eyaculación, sino antes de que se produzca la penetración. Nunca, bajo ningún concepto, se debe experimentar con el condón. Un error en su uso puede tener consecuencias poco deseables.
Otro de los mitos sobre el condón es aquél que hace referencia al hecho de asociar su uso sólo y exclusivamente con el sexo casual. ¿Para qué utilizar el condón cuando se practica el sexo con la pareja? Si la chica puede tomar pastillas… ¿para qué echar mano del incómodo preservativo?, se dicen muchos hombres. Afirmar esto supone, por ejemplo, ignorar que el consumo de ciertos anticonceptivos puede llegar a producir ciertos cambios hormonales en la mujer. Y los cambios hormonales acostumbran a ser menos llevaderos que la pequeña incomodidad que puede suponer el hacer una breve pausa para colocar el preservativo. Rápido, económico y fácil de usar, el preservativo debería ser un compañero habitual en muchos casos en nuestras relaciones sexuales.
Muchos hombres o mujeres, por su parte, rechazan el uso del preservativo amparándose en el hecho de ser alérgicos o alérgicas al látex. Lógicamente, no vamos a recomendar a nadie que utilice un condón de látex si el contacto con este material le produce irritación, picazón u otra serie de molestias. Lo que sí vamos a hacer es recomendar a esa persona alérgica al látex el uso de otro tipo de preservativos: los elaborados con poliuretano u otros materiales. Estos preservativos garantizan la misma protección y, al mismo tiempo, evitan esas molestias a las personas que son alérgicas al látex.
Finalmente, y en lo referente al uso de preservativos combinados con lubricante, hay que dejar claro que determinadas combinaciones pueden resultar peligrosas. Si embadurnamos nuestro preservativo con lubricante nos arriesgamos a que se desprenda durante la penetración. Por eso se desaconseja combinar lubricantes y condones. Después de todo, los preservativos traen su propia lubricación.