Las nalgas, zona agradecida
Una de las partes corporales más fáciles de masajear son las nalgas. Las nalgas son una zona corporal muy agradecida. Cualquier toque en ellas resulta, cuanto menos, agradable. Un buen masaje de las nalgas puede resultar no sólo relajante sino, también, especialmente sensual.
Para amasar las nalgas hay que pensar en ellas como si fueran masas de pan y como tal hay que tratarlas. Hay que levantar el músculo y comprimirlo entre el pulgar y el resto de dedos. Este amasamiento hay que realizarlo siguiendo siempre el mismo ritmo y alternando las manos que realizan ese gesto de levantar el músculo y comprimirlo.
En ocasiones, al realizar un masaje de las nalgas, se comete el error de entender que sólo el culo debe ser masajeado. Nada más falso. Para realizar un buen masaje de las nalgas hay que ampliar la zona de actuación en el masaje. Esa zona debe extenderse entre la cintura y la parte superior de los muslos. Colocándote a la izquierda de quien recibe el masaje, junta los tres dedos centrales de la mano sin que quede espacio entre ellos. Coloca estos tres dedos justo debajo de la cintura y justo al lado de la columna vertebral. Aquí debes ejercer una presión firme, describiendo círculos de unos 3 cm y empujando hacia el lado contrario de la mesa.
Sigue realizando estos círculos, del mismo modo, esta vez sobre las nalgas, de lado a lado de las mismas y hasta tocar la mesa. Una vez realizado este movimiento, hay que hacer el movimiento inverso y ascendente, recorriendo de vuelta la misma franja.
Sigue trabajado del mismo modo para realizar este masaje de las nalgas. Que cada una de estas franjas comience dos o tres centímetros más abajo. Si la franja horizontal está situada sobre la espalda, el toque debe iniciarse junto a la columna. Si, por el contrario, la franja está colocada justo sobre las nalgas, el toque debe iniciarse en el surco que separa las nalgas. Una vez que se haya trabajado la nalga derecha hay que hacer lo mismo con la nalga izquierda.
Toques continuos
Ahora, para continuar con el masaje de las nalgas, toca localizar un punto muy determinado de la nalga. Ese punto está localizado a unos 2 o 3 cm hacia un lado desde el centro de la nalga. Para localizar ese punto hay que explorar suavemente esa zona. Con un poco de experiencia podrá localizarse una especie de hendidura entre dos músculos. Esa hendidura es la que separa el glúteo medio del glúteo mayor.
Una vez localizado ese punto del que hablamos, flexiona uno de los índices y presiona con el segundo nudillo sobre la depresión. Gira la mano lentamente a derecha e izquierda y hasta que puedas. Hazlo tres veces en cada sentido. Este toque debe realizarse en cada nalga.
Si no has localizado esa hendidura de la que hablamos recorre esa zona con el talón de la mano. Con los dedos extendidos y levantados (para que no tengan contacto con la nalga) aprieta con el talón de la mano sobre la hendidura y hazla vibrar como si te recorriera una corriente eléctrica. Tras diez segundos de actuar sobre esta zona, empieza a recorrer el resto de la nalga manteniendo presión y movimiento. Este movimiento debe seguir el recorrido marcado por una franja vertical e imaginaria de unos 2 cm de anchura. El recorrido debe iniciarse junto al surco que separa las nalgas y debe terminar en la zona que toca junto a la mesa.
Una vez recorridas las dos nalgas, hay que realizar el último toque de este masaje de las nalgas que estás realizando. Para realizarlo hay que separar los dedos de la mano derecha todo lo que se pueda y, colocándolos en la parte inferior de ambas nalgas, hay que sacudirlas de manera rápida y suave, hacia los lados.
Como en todos los masajes, es fundamentalmente importante al realizar un masaje de las nalgas que se mantenga el contacto y el movimiento durante toda la duración del mismo. Los tiempos en blanco siempre activan el pensamiento de la persona que recibe el masaje y para que un masaje funcione es imprescindible que la mente desconecte y se relaje. Si una persona que recibe un masaje se está preguntando qué va a venir a continuación es porque no se ha abandonado al placer del masaje y, por tanto, el masaje no le proporcionará todo el placer que pudiera recibir.