Clítoris y placer
Él es el centro y el responsable primero del placer femenino. Desde que en los años setenta Shere Hite derrumbara con su famoso informe las teorías de Sigmund Freud sobre el placer femenino, el clítoris se ha convertido en el protagonista estelar de la genitalidad femenina. Freud despreció al orgasmo conseguido tras la estimulación del clítoris tachándolo de orgasmo en cierto modo inmaduro. Para el padre del psicoanálisis, sólo el orgasmo vaginal (el procedente de la penetración) podía ser considerado un orgasmo maduro. Los estudios de Shere Hite y de otros sexólogos y sexólogas sirvieron para demostrar cómo muchas mujeres sólo eran capaces de alcanzar el orgasmo tras una correcta estimulación del clítoris.
Esto debería quedar grabado a fuego en el pensamiento de todo hombre que quiera satisfacer convenientemente a una mujer: hay que prestar siempre la debida atención a su clítoris y hay que saber estimularlo correctamente. Es decir: todo buen amante debería saber cómo realizar un buen masaje del clítoris.
En este artículo queremos darte los consejos básicos para que, llegado el caso, sepas realizar un correcto masaje del clítoris que conduzca a tu pareja a las puertas mismas de la Gloria o a la Gloria misma.
Lo primero que hay que tener en cuenta al masajear el clítoris es que éste es un órgano extremadamente sensible y que, al contrario de lo que muchos creen, no se limita a ser lo que popularmente se llama “pepitilla”, “botón”, “campanita” o “lenteja”. El clítoris consta de cinco partes y ésa que todos identificamos con él es sólo su glande. Junto a éste, el clítoris posee cuatro partes bilaterales y simétricas. Estas partes son los bulbos vestibulares y los cuerpos cavernosos y se extienden, como raíces, por el interior de los labios vaginales y, por tanto, alrededor de la entrada vaginal y en su parte superior. ¿Su función? Única y exclusivamente proporcionar placer. Es decir: el clítoris está ahí para que la mujer pueda disfrutar de su estimulación, bien sea por propia mano, bien por mano o lengua ajena.
Asumiendo, pues, la extrema sensibilidad del clítoris, todo aquél que quiera realizar un buen masaje del clítoris debe tener siempre presente que el paso del placer al dolor puede ser muy corto. Hay fronteras muy estrechas y ésa es una de ellas.
Pasos del masaje de clítoris
La acción directa sobre el glande del clítoris podría resultar, en la mayoría de los casos, cuanto menos molesta. Hay que tener presente que la anatomía, mil veces sabia, ya se ha encargado de proteger el glande del clítoris para impedir que nada pueda tocarlo de manera sencilla y directamente. Ese algo es lo que se conoce como capuchón del clítoris. Él es quien impide una sobre-estimulación del mismo.
Teniendo eso presente, vamos a ver los diferentes pasos a seguir para realizar un correcto masaje del clítoris.
- Un buen masaje del clítoris debe iniciarse con una fase previa de calentamiento. Es decir: la excitación debe ir incrementando poco a poco su nivel. Para conseguirlo, y con las manos calientes tras frotarlas entre ellas, recorre y acaricia poco a poco el cuerpo de tu pareja. Que tus manos se paseen por su espalda, sus senos, sus muslos, sus pantorrillas, su cuello, sus glúteos… Cuando tus manos lleguen al abdomen de tu pareja, haz tus movimientos aún más lentos. Que su abdomen sienta el calor de tus manos y su caricia suave mientras, lentamente, las acercas a su monte de Venus y a sus ingles.
- Volviendo a calentar las manos (si hiciera falta) masajea la zona del abdomen de tu pareja bajo la que se hallan los ovarios. Los movimientos de este masaje deben ser circulares y realizados a cada lado del abdomen. Esos movimientos irán abarcando también, de manera progresiva, la zona pélvica.
- Pasada esta fase, llega el momento de acariciar su vulva. Hazlo sin separar, de momento, sus labios. Que tu mano, por decirlo de algún modo, acoja su vulva dentro de su cuenco. Tras proporcionar de ese modo calor a su vulva (calor que se añadirá al que, seguramente, ella ya habrá alcanzado por sí misma), coloca una mano sobre su monte de Venus y, con el dedo pulgar de la otra mano, realiza movimientos de rotación sobre los labios externos.
- Hecho esto, pon tus dos manos sobre la vulva y, con suavidad, aprieta sus labios vaginales, ábrelos y pasea tu dedo índice desde su perineo hasta su clítoris, recorriendo, así, la parte interna, húmeda y ardiente de sus labios vaginales.
- Una vez hayas colocado el dedo sobre el clítoris, muévelo de izquierda a derecha, con suavidad extrema mientras con la otra mano golpeas (siempre con suavidad) toda la zona genital de tu pareja, desde el vientre hasta el perineo.
- Hecho esto, da ligeros toques sobre el clítoris con tu dedo índice y, posteriormente, presiónalo tres veces como si estuvieras tocando el timbre.
- Piensa ahora en el clítoris de tu pareja como si de un reloj de manecillas se tratara y, con lentitud premeditada, haz vibrar con cada dedo cada una de las horas. Seguramente en alguna de esas horas tu pareja experimentará más placer que en otras. Pregúntale sin vergüenza alguna que te diga en cuál de ellas tu estimulación la conduce a un gozo mayor. Una vez lo hayas averiguado, incide en tu masaje sobre esa zona.
El clítoris, dependiendo de su tamaño y prominencia, podrá ser masajeado con uno, dos o tres dedos. Si es muy pequeño y no puedes “agarrarlo”, coloca la punta de tu dedo sobre él o sobre su capuchón y mueve el tejido que se halle bajo tu dedo en pequeños círculos o, en su caso, hacia atrás y hacia delante. Si lo haces bien, notarás bajo la punta de tu dedo las estructuras firmes de su clítoris.
Conforme vaya avanzando el masaje del clítoris tú podrás ir incrementando la presión de la estimulación (siempre con cuidado y de manera progresiva) o el ritmo de la misma.
Cuando tu pareja alcance el orgasmo no ceses de acariciarla. Puedes, por ejemplo, seguir acariciando su clítoris pero con extrema suavidad. Tras un par de minutos, podréis tomar una decisión, seguir o deteneros. Si esa estimulación del clítoris tras el orgasmo resultara molesta o, en su caso, dolorosa para tu pareja, opta por acariciar sus labios vaginales. Lo que nunca debes hacer, ya lo hemos dicho, es cesar de repente el contacto tras el orgasmo. No olvides nunca el post-orgasmo es tan importante como los preliminares. Del mismo modo que se asciende al cielo (lentamente) hay que bajar del él. El viaje, así, resultará plenamente satisfactorio.
Lógicamente, y como siempre recomendamos en todo masaje erótico, el aceite de masaje es un aliado imprescindible para dotar a todo masaje del clítoris de la suavidad necesaria para extraer de él todo el placer esperado.