Ducha sensual y masaje en el baño
Hasta ahora has compartido muchos momentos de exploración sensual y erótica del cuerpo de tu pareja y del tuyo propio gracias a la realización de caricias y masajes. La mejora de tu capacidad de respiración consciente debe haberse convertido en algo fácilmente comprobable. Esa mejora se hará especialmente patente en la ducha, cuando el agua caiga sobre tu cabeza. Una ducha erótica y un poco de jabón bastarán para hacerte sentir muy bien.
Sabemos que la ducha erótica compartida con nuestro socio sexual es una de las imágenes estandarizadas del placer de pareja, pero vamos a darte un consejo: antes de compartir una ducha sensual con tu amante, aprende a disfrutar de esa misma ducha en soledad. Prográmate una hora para dicha ducha. La que realizas a diario es sólo una cuestión de rutina, algo que tiene mucho que ver con la higiene y con una fácilmente adquirible sensación de aparente relax, pero que no tiene demasiado que ver con lo que debe ser una buena ducha sensual. Cambiar el tiempo de realización de esa ducha rutinaria y convertirla en algo consciente puede suponer toda una aventura.
Prepara un baño caliente con sales o jabones aromatizados para estimular tu sentido del olfato. Céntrate en la apertura ritual de la respiración consciente. Concéntrate en dicha respiración. Siente cómo tus preocupaciones del día a día se alejan de ti, marchan y se escapan por el sumidero.
Tócate tú mismo, de la cabeza a los pies, como si te trataras de un precioso amante que cuidara de ti y te mimara. Intenta aplicar un exfoliante de sal. Su textura áspera hará que sientas la piel especialmente lisa. Siente el tacto sedoso del jabón en tus genitales. Piensa que estás en un lugar ideal para practicar una masturbación consciente y lenta. Explora tus genitales, tocándolos de una manera más leve y lenta de lo habitual. Contrae tu músculo PC mientras tus genitales se estremecen por tu tocamiento. Si eres un hombre, aplica las técnicas de detención de la eyaculación y de prolongación de la excitación de las que te hemos hablado en otros posts de esta página. Disfruta de todo ese caudal de placer evitando llegar a la eyaculación. Pospón ésta todo lo que puedas.
Si eres mujer, toca y acaricia tus pezones y tu vulva. Haz pequeñas excursiones hacia tu ano. El ano está ricamente dotado de terminaciones nerviosas. Tócate después el clítoris o el pene. El jabón que tenemos en las manos es un excelente lubricante para realizar estas caricias y estos tocamientos. Lávate las manos después de haber tocado el ano, especialmente si has introducido algún dedo dentro de él.
Pon fin a la ducha erótica mimando tu cuerpo con alguna loción que te haga sentir bien. Aplícala sobre tu cuerpo lentamente, como si estuvieras practicando con él un ritual de adoración. Celebra la ducha sensual como un acto de amor a ti mismo. Asume la responsabilidad de tu propio placer. Que tu cuerpo sienta y experimente placer no debe ser una tarea delegada únicamente a tu pareja.
Una ducha sensual con tu pareja
Ahora que ya has aprendido a disfrutar de una ducha sensual en soledad ha llegado la hora de compartir ese placer con tu pareja. Decidid en primer lugar quién será el tocador y quién la tocada, o al revés. Reservaos una hora. Saludaos ritualmente.
Como parte activa de la pareja, puedes empezar aplicando a tu amante unas bases limpiadoras. Desliza tu mano sobre ella, lentamente, sintiendo como el jabón o el aceite va actuando sobre su piel seca. Frota los hombros, el pecho, la espalda, los glúteos… Intenta cerrar los ojos y concentrarte en esa caricia. Cerrando los ojos, aumentarás tu sentido del tacto. Desliza tu mano hacia arriba y hacia abajo por su cuerpo. Sé creativo en tu caricia. Ejecútala lentamente para que pueda sentir cada movimiento y cada respiración.
Explora la parte delantera de su cuerpo como si fueras un niño que juega a descubrir el mundo. Si te encuentras con un pene erecto, disfruta de su tacto. Si es un hombre el tocado y es el pene lo que se encuentra erecto, haz lo mismo. Pasa por los genitales, pero no te obsesiones con ellos. Son una parte más del cuerpo. Es a todo el cuerpo a quien debes honrar con tu caricia. Que tus caricias no olviden parte alguna de ese cuerpo al que estás honrando. Las nalgas, el cabello, la lengua, el cuello… Nada debe quedar sin tu caricia lenta, sensual y jabonosa.
Tocar para sentir el placer de tocar es la clave de la sensualidad. A menudo tratamos de adivinar lo que al otro le gusta sin parar a detenernos en el placer que, en sí mismo, supone el hecho de acariciar. Si piensas en ello, en el placer de acariciar, y acaricias según ese pensamiento, te asombrarás de los resultados. Piensa que estás acariciando para procurarte placer, no para proporcionarlo. Esa será la mejor manera de dar placer a tu amante. Y recuerda que tu caricia no tiene una finalidad de estimulación sexual. Lo que pretende tu caricia es excitar “sensualmente” a tu pareja.
Además: no te olvides de tener diversión mojada con tu pareja. Abre tu corazón al espíritu del juego y, como un niño, juega sin ideas preconcebidas que impidan el vuelo de tu imaginación. Compartir con tu pareja momentos alegres es fundamental para mantener una fuerte relación emocional. El placer compartido es una inversión de futuro. Él será el sustento de vuestra relación y quien le dará firmeza cuando vengan malos tiempos.
La ducha erótica debe disfrutarse como un fin en sí mismo. No te la plantees como un aperitivo de una relación sexual completa. La ducha sensual no es la antesala del orgasmo. No es ése el objetivo. Si lo fijamos en nuestra mente como tal, seguramente perderemos las experiencias que el camino hacia el mismo podría proporcionarnos. Hay mil matices de placer más allá del estallido sexual del orgasmo. Disfruta de tu media hora de tocador, de parte activa. Disfruta también de tu media hora de tocado, de parte receptora de la caricia.
Masaje oral en la ducha
Un masaje sensual realizado con la boca crea sensaciones dulces y jugosas y puede servir para desarrollar una profunda intimidad. Te daremos algunas ideas de carácter técnico que pueden servirte para realizar un buen masaje oral.
La boca y los labios deben comenzar a actuar de una forma relajada. Los labios, colocados de una manera suave sobre el cuerpo de tu amante, pueden sentir y hacer sentir más que una boca tensa y de labios apretados. Los labios, pues, deben relajarse. Evita la presión. Esa presión puede adormecer tu boca, haciendo que pierdas el placer de sentir el recorrido que tus labios realizan por el cuerpo de tu pareja.
De rodillas ante ella, roza con tus labios una de sus manos, presiona ligeramente una articulación con tus labios y después la otra. Abre la boca y traza los contornos de sus dedos con tu lengua. Acaricia especialmente el espacio entre sus dedos. Métete uno de sus dedos en tu boca y chúpalo. Realiza círculos con tu lengua alrededor de su dedo.
Ve ascendiendo lentamente hasta su antebrazo. Besa sus hombros. Lame las gotas de agua que haya en su clavícula. Baja hasta su pecho. Chupa sus pezones. Muévelos. Nota cómo se endurecen.
Que tus labios aprisionen ahora el lóbulo de su oreja. Que lo cepille delicadamente. Que tire un poco de él. Recorre los contornos de su rostro con tu lengua. Detente en su cuello. Deja que sienta tu aliento cálido en él. Vuelve a juguetear con tu lengua por su cuello. Primero, deja que se pasee plana y extendida por él. Que en este recorrido la lengua se muestre blanda. A continuación, endurécela, y haz que su punta sea ahora la que recorra la extensión excitada del cuello de tu pareja. Sigue, de tanto en tanto, exhalando bocanadas de aire sobre él.
Con tus labios y tu lengua debes masajear a tu pareja concienzuda y alegremente. Cada centímetro cuadrado del cuerpo de tu amante debe ser un manjar para ti y una sensación única para tu boca. Explora sus pestañas, sus lóbulos, el espacio entre su nariz y su boca (el bigote), los pezones, el pene, el interior de los muslos, la parte posterior de las rodillas, los pies, los dedos…
Tras la ducha, turnaos para mimaros con lociones. Peinaos el uno a otro. Acariciad vuestros cabellos húmedos. Sentid cómo vuestros cuerpos se van secando poco a poco. Sentid el calor de vuestros cuerpos mientras os preguntáis y os contestáis con sinceridad sobre la experiencia y sobre las sensaciones sentidas. Puede ser que, para la próxima ocasión, penséis en unas sales de baño determinadas. O puede ser que deseéis que el baño o ducha tengan un aire más glamuroso y, para ello, decidáis recurrir al adorno colorido y aromático de unas flores o unas velas para el cuarto. Como siempre recalcamos, que vuestra sinceridad y vuestra comunicación sean máximas. Ellas os permitirán alcanzar mayores cotas de placer y felicidad compartida.