Del mismo modo que para convertirse en un buen conductor hay que saber mínimamente cómo funciona un vehículo, para saber qué se tiene entre manos cuando se está disfrutando del sexo hay que conocer, mínimamente, cómo funcionan los órganos genitales masculinos y femeninos. Y esto, reconozcámoslo, no sucede todo lo que debiera. Sin duda nos asustaríamos si realizáramos una encuesta entre la población masculina preguntando por el nivel de conocimiento que los hombres tienen sobre, pongamos por caso, el ciclo menstrual. ¿Cuántos de los hombres encuestados conocerían las fases de dicho ciclo? ¿Cuántos sabrían exactamente en qué consiste eso de la regla? Y es que, con toda probabilidad, y máxime si esos hombres tienen ya una determinada edad que les hace ser hijos de un tiempo y de una educación muy concreta, nadie se ha molestado nunca en explicárselo. Muy probablemente, tampoco ellos han sentido nunca la necesidad ni la curiosidad de saberlo. ¿Les ha impedido eso tener vida sexual?, preguntaría seguramente más de uno de ellos al ser interrogados sobre dichas cuestiones. Sin duda, no; pero detalles así, carencias de conocimientos como éste del que hablamos, son, en el fondo, el sustrato de lo que, convertido en cultura, nos impide a las personas gozar de nuestra vida sexual mucho más de lo que habitualmente lo hacemos. Y es del magma de ese sustrato de desconocimiento de donde brotan una serie de tabúes que, quién sabe, quizás nos están separando de la posibilidad de disfrutar de alguna práctica sexual que nos podría resultar muy placentera y gratificante.
Por todo lo que hemos explicado en el párrafo anterior creemos que es importante saber algo más de todo lo que tenga que ver con nuestra genitalidad y conocer mejor nuestra manera de funcionar sexualmente. Por eso también, cuando iniciamos nuestros artículos en esta web, decidimos dedicar algunos de ellos a cuestiones y aspectos relacionados con nuestros órganos sexuales y su funcionamiento.
El de hoy es uno de esos artículos. Conocer los genitales femeninos y su funcionamiento es muy importante para, llegada la hora del sexo, saber qué maravilla es ésa que nos ofrece una mujer cuando decide vivir una experiencia sexual con nosotros y cuál es la mejor manera de proporcionarles placer. Y hablar de genitales femeninos implica, tarde o temprano, hablar de flujo vaginal, un concepto que incomoda o preocupa a muchas mujeres y que muchos hombres confunden con lo que es la lubricación. Hablemos hoy aquí, pues, del flujo vaginal, distingámoslo de la lubricación y, así, hagámonos un poco más sabios para, gracias a ello, gozar más y mejor de nuestra sexualidad apartando ciertos tabúes y prejuicios.
Para empezar, definamos qué es el flujo vaginal y, sobre todo, para qué sirve. El flujo vaginal es una secreción natural que se produce en el cuerpo femenino y que cumple con distintas funciones. De entre ellas, podemos destacar las de limpiar, humidificar y proteger a la vagina de posibles infecciones.
Color del flujo vaginal e infecciones
En circunstancias normales, el flujo vaginal es una secreción incolora y prácticamente inodora. Cuando esa secreción deja de ser incolora, toma una tonalidad que puede variar del blanco al marrón, pasando por el amarillo, el verde o el rosa y se vuelve más intensa olfativamente, podemos intuir que existe algún tipo de infección y que del tipo de infección variará, precisamente, el color del flujo vaginal. Así:
- Si el flujo vaginal es blanco y espeso y va acompañado de picazón, enrojecimiento o ardor en la región de la vulva o la vagina, la infección que provoque esos cambios será, muy probablemente, una candidiasis vaginal.
- Si el flujo vaginal es amarillo o amarillo verdoso y su olor recuerda al del pescado, podemos asegurar que la infección vaginal se ha transmitido sexualmente y que es una tricomoniasis.
- El flujo vaginal de color marrón (cuando no tiene lugar al poco de tener la menstruación) acostumbra a identificar una gonorrea. La gonorrea es una infección de transmisión sexual provocada por una bacteria y se trata con medicamentos antibióticos. En casos extremos, el flujo vaginal de este color puede ser síntoma de padecer cáncer de vagina, de cuello uterino o del endometrio. En cualquier caso, siempre que se observe la presencia de flujo vaginal de este color fuera de los días inmediatamente posteriores a la menstruación se deberá acudir al ginecólogo.
- El flujo vaginal rosado, por su parte, puede indicar el inicio del embarazo.
¿Cómo evitar el exceso de flujo vaginal?
Más allá de saber que flujo vaginal de un color que no sea transparente puede indicar la existencia de algún tipo de infección debemos tener presente, al hablar de esta secreción natural de la mujer, que no siempre se produce en la misma cantidad. La cantidad de flujo puede aumentar (al exceso de flujo vaginal se le llama leucorrea) o disminuir debido a diferentes causas. Entre esas causas podemos distinguir las siguientes:
- La alimentación. Una alimentación con un alto contenido en grasas saturada o en azúcares altera el pH vaginal y, con él, la cantidad y las características del flujo vaginal.
- La ingesta de determinados medicamentos. Ciertos antibióticos, por ejemplo, puede resultar muy agresivos con la flora vaginal. Para compensar esta agresividad de los medicamentos se recomienda ingerir alimentos probióticos para complementar la alimentación.
- El estrés.
- Los cambios hormonales debidos al ciclo menstrual.
- Determinadas enfermedades e infecciones.
Para prevenir la alteración del flujo vaginal se recomienda:
- Realizar la limpieza de la vulva solo con agua y jabón íntimo (un jabón suave). Para realizar la limpieza de manera que se impidan irritaciones e infecciones potenciales es necesario realizarla desde delante hacia atrás y nunca al revés.
- No utilizar ropa ajustada.
- Usar ropa íntima de algodón.
- No utilizar salvaslips cuando no sea necesario.
- Mantener la zona seca.
- Evitar aerosoles o fragancias en la zona vaginal. No es buena idea utilizar, para limpiar la zona vaginal, toallitas húmedas o papel higiénico con perfume.
Flujo vaginal versus lubricación
Una vez sabido lo que es el flujo vaginal, lo que pueden indicar las variaciones de su color y las medidas que se deben tomar para luchar contra una secreción excesiva, vamos a finalizar nuestro artículo señalando claramente cuáles son las diferencias entre flujo vaginal y lubricación.
Aunque para muchos hombres sean lo mismo, la lubricación es algo diferente al flujo vaginal. Si el flujo vaginal es, como hemos visto antes, una secreción que se produce en las mucosas vaginales y que tiene como finalidad proteger a la vagina de infecciones, la lubricación es un proceso que se produce a nivel genital y única y exclusivamente durante un proceso de excitación sexual. El aumento del riego sanguíneo en la zona (aumento propio de la excitación) provoca la lubricación, que cumple dos funciones. Una: facilitar la penetración. Y dos: mantener el pH vaginal neutro para facilitar la supervivencia de los espermatozoides en el interior de la vagina.
A la hora de hablar de lubricación podemos hablar de dos tipos, una vaginal y otra vulvar. Una y otra están localizadas en diferentes zonas (la vulvar lubrica ciertas glándulas que se encuentran en los labios menores), pero ambas cumplen las mismas funciones.
Cuando, por diferentes motivos, la lubricación natural es insuficiente, se recomienda el uso de lubricantes íntimos de base acuosa que evitarán las irritaciones y facilitarán la penetración.