Fluidos sexuales
El sexo es cuestión, entre otras varias cosas, de fluidos. Hay fluidos en el orgasmo, sí, pero también los hay en los besos. Así, desde que empieza el juego amoroso hasta que termina, los cuerpos del hombre y de la mujer segregan y expulsan una serie de fluidos. El Tantra considera que todos esos fluidos son sagrados.
Entre los fluidos del sexo podemos distinguir dos tipos: los que participan en la lubricación genital y los que se expelen a consecuencia del orgasmo. En este artículo de Eromasaje.com vamos a analizar dos los diferentes tipos de fluidos sexuales que intervienen en las relaciones sexuales.
Fluidos para lubrificar
Los fluidos sexuales lubricantes desempeñan en las relaciones sexuales una función fundamental. Llegado el momento de la penetración, la lubricación es imprescindible para que no aquélla no resulte dolorosa.
El fluido lubricante femenino, encargado de lubricar el yoni o vagina, se produce fundamentalmente en las glándulas de Bartolini. Éstas, llamadas también glándulas vestibulares mayores y ubicadas a ambos lados de la apertura de la vagina, segregan un fluido que, en el momento del sexo, ayuda a lubricar los labios vaginales.
La secreción producida por las glándulas de Bartolini es una secreción líquida, clara y un tanto viscosa. La presencia de este fluido del sexo en las relaciones sexuales tiene varias ventajas: posee un gran poder deslizante, no provoca irritación alguna y tampoco disminuye la sensualidad masculina y femenina. Su labor es, hasta cierto punto, complementada por la que cumple otro fluido sexual que, más viscoso que el anterior, se produce en las glándulas del cuello del útero.
Unidos a estos dos fluidos lubricantes femeninos figura, también, lo que se conocen como “trasudación vaginal”. Con el nombre de trasudación vaginal se conoce una reacción corporal de humidificación que se produce cuando existe excitación sexual. La trasudación vaginal consiste en un líquido ácido y de color claro y lechoso que, primero en pequeñas gotas aisladas, y después en mayor cantidad, favorecen la penetración y la hacen más placentera.
En determinados casos (edad avanzada, excitación lenta, menopausia…) la lubricación no es lo suficientemente cuantiosa como para impedir que la penetración sexual pueda volverse dolorosa o, cuanto menos, molesta. Aunque lo ideal, en la práctica tántrica, es buscar la manera de fomentar la lubricación natural, no hay que desechar la idea de utilizar lubricantes artificiales que suplan a los fluidos sexuales lubricantes en su función. En este sentido, buscar un buen lubricante es fundamental para garantizar una relación sexual placentera.
Del mismo modo que existe un fluido sexual lubricante femenino, también existe un fluido sexual lubricante masculino. Mucho menos efectivo y capital que el femenino a la hora de actuar como lubricante y de facilitar la penetración, el líquido preseminal (pues así se llama ese fluido del sexo masculino) tiene una consistencia muy similar al fluido sexual lubricante femenino. En este caso, las responsables de elaborar el líquido preseminal son las glándulas de Cowper. Éstas se encuentran bajo la próstata y a cada lado de la uretra. El líquido preseminal, además de para ayudar aunque de manera humilde en la lubricación durante la relación sexual, sirve también para neutralizar la acidez de la uretra antes de que el semen la recorra durante la eyaculación.
El semen
El semen es el fluido sexual masculino por excelencia. Formado principalmente por lo que se conoce como líquido seminal, en él, suspendidos, viajan los espermatozoides encargados de asegurar la función reproductora. Este fluido del sexo es un fluido blancuzco y es producido por los genitales masculinos.
Lo habitual en las relaciones sexuales es que orgasmo y eyaculación (esto es: expulsión del orgasmo al exterior) vayan de la mano, pero no tiene por qué ser así. De hecho, puede existir orgasmo sin eyaculación y eyaculación sin orgasmo. Las técnicas tántricas más avanzadas persiguen lo primero, es decir, que el hombre pueda experimentar el placer del orgasmo sin por ello expeler su fluido sexual, que pueda experimentar el placentero alivio de la tensión sexual sin por ello expeler semen. Después de todo, el semen es considerado por el Tantra fuente de energía y de creatividad. Perdiéndolo en exceso, el hombre pierde gran parte de ambos valores.
A la situación en la que se produce orgasmo pero no eyaculación se la llama “orgasmo seco”. A la contraria (es decir: a aquella en la que se produce eyaculación pero no orgasmo) se la llama “anhedonia eyaculatoria”. Este trastorno suele ser consecuencia del estrés o de la depresión psíquica.
Con el semen pueden realizarse múltiples juegos eróticos. La imaginación, aquí, es la que manda. En Eromasaje.com proponemos varias opciones:
- Que el hombre eyacule sobre los pechos o el vientre de la mujer y, a continuación, utilice como “aceite de masaje”.
- Que la mujer lo retenga en su boca al concluir la felación para ofrecérselo en un beso al hombre. Esta práctica sexual recibe el nombre de beso blanco.
- Que se utilice como lubricante para practicar sexo anal.
- Que la mujer lo ingiera tras la felación. Muchos hombres tienden a ver en esta práctica una prueba de amor.
El “semen” femenino
No es un mito. Existe. Algunas mujeres también eyaculan. Llegado el clímax, algunas mujeres expelen un fluido por la uretra. Es lo que, en términos actuales, se denomina “squirting”. Hay mujeres que eyaculan cada vez que tienen un orgasmo, mujeres que eyaculan de tanto en tanto y mujeres que no lo hacen.
Durante mucho tiempo se confundió la eyaculación femenina con la pérdida de orina. Las mujeres que experimentaban el “squirting” acudían a su médico y éste recetaba tratamientos para la incontinencia urinaria. Pero diferentes estudios demostraron que la eyaculación femenina no tiene nada que ver con la pérdida de orina. El líquido que se expele por la uretra, de hecho, no es orina. Es, simplemente, un fluido sexual más; un fluido que no es amarillo y que no tiene el característico olor de la orina. Además: este tipo de fluido del sexo sólo es expelido por el organismo femenino cuando éste practica relaciones sexuales y, en especial, cuando se estimulan especial y adecuadamente el punto G o el clítoris.