Sobre el comportamiento sexual
Suponemos que ya lo sabes: en cuestión de sexo, no todo es blanco o negro. Los matices cuentan, y los grises son la tónica dominante en un mundo complejo como el actual. Hasta no hace demasiados años se consideraba que existían tres orientaciones sexuales (heterosexual, bisexual y homosexual) que bastaban para abarcar todos los tipos de comportamientos sexuales del ser humano. Hoy, esta clasificación resulta demasiado simplista. El comportamiento sexual humano es más complejo que todo esto. Sin ir más lejos, lo que se entiende como bisexualidad podría contener un amplio abanico de comportamientos o tendencias.
Poner fin a dicha clasificación simplista de las orientaciones sexuales fue el propósito principal del biólogo Alfred Kinsey cuando ideó la llamada “escala de Kinsey”. Kinsey, que realizó su primera publicación con el título de Conducta sexual en el varón (1948), y en la cual presentó la clasificación de la que hablamos en este artículo, escribió: “el varón no es quien representa estas dos poblaciones distintas, heterosexual u homosexual. El mundo no puede ser dividido entre cabras y ovejas. Es un fundamento de la taxonomía en que la naturaleza raramente se enfrenta con categorías separadas”.
Más o menos hetero, más o menos gay
Basándose en esa idea, el biólogo estadounidense estableció siete grados de comportamiento sexual que van desde la heterosexualidad absoluta a la homosexualidad.
El primero de los grados de la escala de Kinsey es el que engloba a las personas exclusivamente heterosexuales. Las personas inscritas en este grupo ni han tenido ni tendrán nunca una experiencia sexual que les aparte de la heterosexualidad.
El segundo de los grados definidos por Kinsey en su escala es el que engloba a los hombres que son predominantemente heterosexuales pero que, pese a ser algo que no entra entre sus propósitos, podría llegar a mantener una relación homosexual alguna vez en su vida.
El tercero de los grados de la escala de Kinsey es el del heterosexual con predominancia homosexual. Éste tipo de heterosexual siente franca atracción por el mismo sexo. Pese a mantener una relación heterosexual, puede mantener relaciones homosexuales cuando las circunstancias son propicias.
El bisexual sería, en la escala de Kinsey, aquél hombre que es heterosexual y homosexual al 50%. Al bisexual le gustan de la misma manera los chicos que las chicas.
El homosexual con predominancia heterosexual es aquella persona que, siendo fundamentalmente homosexual, siente atracción por mantener relaciones esporádicas con el sexo opuesto.
El homosexual accidentalmente hetero es, en la escala de Kinsey, el homosexual que, de manera circunstancial y como si de una experiencia más se tratase, puede tener una relación heterosexual.
El homosexual exclusivo es aquél que nunca ni bajo ningún concepto mantendría relaciones sexuales con una persona de diferente sexo.
Para realizar esta clasificación, Kinsey se basó en más de 5.000 entrevistas personales. Gracias a dichas entrevistas Kinsey pudo exponer algunos resultados. Por ejemplo, que el 37% de hombres entrevistados experimentaron alguna vez un orgasmo homosexual. O que un 13% experimentó deseos homosexuales sin haber tenido contacto físico alguno con alguien de su sexo. O que el 25% de los entrevistados tuvieron experiencias homosexuales no incidentales entre los 16 y los 55 años.
Tras editar Conducta sexual en el varón, Kinsey editó Conducta sexual en la mujer (1953). En esta obra, Kinsey introdujo otro grado de comportamiento sexual. En este grado, el autor norteamericano introducía el concepto de asexualidad. Bajo dicha etiqueta quedarían englobadas todas aquellas personas que no sienten atracción sexual alguna ni por hombres ni por mujeres.