Autoestima e imagen corporal
El cuerpo es el lugar más perfecto para practicar nuestra entrega más profunda. Y la parte delantera de ese cuerpo no es sólo la parte más erótica: es también la parte que puede acomplejarnos más. Quien más quien menos está, en mayor o menor grado, a disgusto con su cuerpo. Todos quisiéramos tener un cuerpo distinto. Seguramente nos gustaría que se pareciera a alguno de esos cuerpos divinos que la publicidad nos escupe sin descanso. Cuando esto interfiere en nuestras relaciones sexuales, cuando nuestra autoestima corporal decrece, perdemos parte de la alegría del momento. O toda ella. Un masaje en la parte delantera de nuestro cuerpo, con pechos y genitales expuestos, puede hacer que nos haga sentir vulnerables. Si nos entregamos a él sin complejos, el masaje será la mejor terapia de soporte a nuestra autoestima.
Todos nos hemos dicho, de un modo u otro, que nuestro cuerpo no se ajusta al canon de belleza social impuesto, en gran medida, por la publicidad. Mujeres y hombres cañón nos miran desde los carteles publicitarios, desde las series de televisión, desde las revistas de moda, en los dominicales de los diarios. No importa que su imagen fotográfica sea retocada a veces mediante programas informáticos y que nosotros lo sepamos. Importa que nos miramos y vemos un algo que cae en nuestro cuerpo, algo demasiado pequeño o demasiado grande, alguna arruga que nos afea, una celulitis que esponja demasiado lo que querríamos terso y duro. Estos mensajes negativos para nuestra autoestima nos acompañan a diario y pueden hacen que rechacemos el contacto con los demás.
Hay que aceptar que el envejecimiento forma parte de nosotros mismos. Las arrugas que surgen, el retroceso de la línea de implantación del cabello, la pérdida de éste o el esponjamiento de la carne son efectos naturales del tiempo que no deben ser vistos como imperfecciones sino como muestras de experiencia y sabiduría.
Procura sentirte cada vez más cómodo con tu cuerpo. Acéptalo y aprécialo. Si lo haces, disfrutarás mucho más de todos estos masajes eróticos que te vamos proponiendo. Para profundizar en el disfrute del masaje sensual, comienza por revelarte la verdad de tu cuerpo y revélasela a tu pareja. Con los ejercicios que vamos a proponerte a continuación podréis gozar de una mayor intimidad y aumentar vuestro placer.
Ejercicio con tu imagen en el espejo
Tómate el tiempo que necesites. Si es posible, que no sea menor de quince minutos. Plántate desnudo ante el espejo y obsérvate. Hazlo en un espejo de cuerpo completo. Así podrás observar tu cuerpo en detalle y evaluarlo como se merece. Puede parecerte extraño, pero el mejor camino para disfrutar de tu cuerpo y hacer que otra persona goce con él es empezar a quererlo y valorarlo. Por eso te pedimos que te desnudes y hagas inventario o balance de tu cuerpo. Míralo como si no fuera tuyo, como si fueras un observador exterior y objetivo.
Observa atentamente la parte superior de tu cabeza y, hablando en voz alta, haz comentarios sobre tu cabello. Describe su textura y color. ¿Qué es lo que más te gusta y lo que no de tu cabeza? Mueve el cabello y fíjate en tu frente. Describe con detalle cada una de las características de ojos, nariz y pómulos. ¿Cómo te sientes con cada una de esas partes de tu cuerpo? No dejes que un lunar o una arruga te influyan. Ve comentando cada parte de tu cuerpo, el cuello, los hombros, el pecho, el abdomen, los genitales. Date la vuelta y mírate por encima del hombro. ¿Cómo ves tu espalda? ¿Qué opinas de ella?
Para que este ejercicio funcione tienes que ser honesto contigo mismo. Aleja de ti tanto el narcisismo como la autocompasión. ¿Puedes aceptar el trabajo que la vida ha hecho con tu cuerpo? Para terminar el ejercicio, saluda a tu propio cuerpo y ríndele homenaje realizando un saludo reverencial al reflejo que del mismo tienes en el espejo.
Dos ante el espejo
Una vez que has analizado tu figura y tu imagen, ha llegado el momento de compartirla con tu pareja y de practicar juntos el mismo ejercicio. Rara vez tenemos la ocasión real de mirar a otra persona completamente desnuda. Normalmente acostumbramos a lanzar rápidas miradas a pechos o genitales, pero ahora vamos a intentar mirar de verdad, con sinceridad. Puede ser que te sientas incómodo al principio. No importa el tiempo que lleves con tu pareja. Esa incomodidad puede surgir pues no acostumbramos a mirarnos de ese modo, a exponernos así, unos a otros, íntimos y vulnerables.
Reserva al menos quince minutos para compartirlos con tu pareja. Desnudaos ambos y colocaos antes el espejo manteniendo una distancia entre vosotros que os haga sentiros cómodos. Cerrad los ojos y acompasad vuestras respiraciones. Cuando sintáis que vuestras respiraciones se han acomodado abrid los ojos y, a partir del cabello de vuestra pareja, id observando en detalle vuestros cuerpos. Miraos las frentes y, después, miraos fijamente a los ojos.
Deslizad ahora vuestras miradas, silenciosa y progresivamente, por la cara. Continuad por el resto de partes del cuerpo. Miraos los pechos, el vientre y la zona púbica. Que ella mire tu pene y tus testículos. Mira tú su monte de Venus y su vulva. Miraos fijamente hasta que sintáis que habéis tenido suficiente. Que gire uno alrededor del otro para mirar su espalda y, junto a ella, la parte posterior del cuerpo. Fijaos en cada cicatriz, en cada vena, en cada adiposidad. Vuestra mirada tiene que ser una mirada escrutadora. Una mirada que quisiera investigar cada poro de la piel de la pareja. Hacedlo en silencio.
Romped ahora el silencio para que uno de los dos empiece a opinar sobre el cuerpo de su pareja. A partir de la cabeza, describe (si eres tú quien inicia el ejercicio) el color y la textura de su cabello ¿Te gusta la forma de sus oídos? ¿Qué piensas de la frente, las cejas y cada rasgo facial? Habla sobre su cuello, sus hombros, su pecho. Expón lo que verdaderamente te inspira y motiva cada una de esas partes.
Si al observar una parte de su cuerpo acude un recuerdo a tu memoria, cuéntalo. Siéntete libre. Toca su cuerpo mientras hablas si ése es tu deseo. ¿Cómo te sientes al tocar ese cuerpo? Cuéntalo. ¿Qué sientes al palpar sus genitales? ¿Qué sientes cuando tu dedo se pasea por sus labios vaginales? Exprésalo en voz alta. ¿Qué partes de su cuerpo te parecen especialmente atractivas? Explica también en qué partes de tu cuerpo acostumbras a sentir más placer. ¿Y dolor?
Si eres la parte pasiva del ejercicio, es posible que observes si tu amante deja fuera a alguna parte del cuerpo o función. Puede que te preguntes por qué cayó en el olvido. Tenemos que aceptar que no todo va a gustar a nuestra pareja. Más tarde puedes preguntarle por esas omisiones. Sería interesante que os masajeárais mutuamente las partes menos agraciadas y valoradas, que os las acariciarais mutuamente tanto en este ejercicio como en otros. Que esas partes se sientan casi tan queridas como las partes más agraciadas. Cuando terminéis realizad vuestro saludo de corazón.