Técnicas de masaje genital para ella
Es probable que la idea de recibir un masaje genital por parte de tu pareja pueda resultarte sorprendente e inquietante. Porque ofrecer un masaje genital no es ofrecer una relación de sexo completo. Las caricias pre-coitales son una cosa y el masaje genital como camino y fin son otra, aunque unas y otro puedan compartir un tipo de tocamiento determinado. El masaje genital debe convertirse en un placer en sí mismo. No debe hacer esperar nada más pues en él mismo está el premio que anhelamos recibir.
Vamos a darte cuatro orientaciones básicas y fundamentales para que puedas realizar un placentero masaje genital a tu pareja. Después de por los menos treinta minutos de caricias y masajes en partes no genitales del cuerpo de tu chica, ofrécele ahora un masaje genital que rondará los veinte minutos. Ten siempre las uñas cortadas y las manos limpias. Lo que vas a tocar debería ser tu templo sagrado, el rincón al que deberías adorar y rendir tributo. Siéntate cómodamente sobre unas almohadas mientras ella está estirada. Ajusta el cronómetro. Coloca una mano sobre su corazón y la otra sobre sus genitales, mírala a los ojos y respira hondo. Dile que estás deseando sentir sus sensaciones y que deseas honrar al rincón más divino de su cuerpo.
Estimulación indirecta del clítoris
Mantén el contacto visual y una de tus manos sobre su vello púbico (si lo hubiera) y su monte de Venus. Con la otra mano, realiza trazos de caricias ligeras sobre su pecho, su abdomen y sus muslos. Si la notas tensa, dile que se tranquilice, que no tiene nada que temer, que se relaje y se entregue al placer de disfrutar de tu masaje. Que se concentre en su respiración. Coloca de nuevo una de tus manos sobre su corazón y la otra colócala sobre su vulva, con la punta de los dedos tocando el hueso púbico. Bajo este hueso púbico se encuentra la llamada “puerta del cielo”, la puerta de acceso a ese lugar mágico en el que se encuentra instalado el punto G. Frota ligeramente hacia delante y hacia atrás, de manera firme, alrededor del hueso púbico. Seguramente ella ya estará sintiendo una especie de hormigueo. Pregúntale si es así.
Coloca las almohadas bajo sus rodillas y siéntate o túmbate a su lado. Vierte aceite de masaje sobre la mano que está sobre su vulva y deja que ese aceite se filtre a través de la vulva. Realiza unos trazos con tu mano hacia la zona del perineo, extendiendo así el aceite por toda la zona genital. Recuerda que el principal centro de placer de la mujer se halla instalado en el clítoris, un diminuto glande del tamaño de una lenteja y con más de 8.000 terminaciones nerviosas. Su única finalidad es la de proporcionar placer. La mayor parte de las mujeres necesita la estimulación directa o indirecta del clítoris para alcanzar el orgasmo.
La mujer debe borrar de su cabeza la idea de que el hombre debe saber lo que ella desea. Entregarse a ese pensamiento es el camino más directo para hacer que la experiencia del tocamiento genital no sea todo lo placentera que debiera. Esto no debe convertirse en un juego de adivinanzas. El juego de adivinanzas, el confiar en que el otro intuya lo que deseamos, hará siempre que el juego resulte un fiasco. Enseñarse mutuamente cómo deseamos ser tocados es clave para que el masaje genital resulte un éxito y para que el placer conseguido honre a las expectativas que se nos hayan podido generar. La comunicación mutua es, también, una parte fundamental de la intimidad.
Movimientos sobre la vulva
Los movimientos que realices sobre la vulva de tu pareja servirán, de manera indirecta, para estimular su clítoris. Con el pulgar y el dedo índice, pellizca una buena cantidad de sus labios mayores (externos) y amásalos. Continúa realizando masajes sobre el clítoris y sobre el perineo, alternativamente. Da unos pequeños golpes (como si dieras palmadas) con tus dedos sobre el clítoris de tu pareja. Pregúntale sobre la presión que estás ejerciendo sobre él. ¿Es suficiente? ¿Debes incrementarla? ¿Debes aminorarla? Pellizca el eje del clítoris, desde arriba, a través de su capucha, y agítalo directamente. Con ambas manos, tira de los labios externos hacia afuera y, al mismo tiempo, también de los labios menores. Tira de ellos hacia afuera como si desearas echar un vistazo al interior de su vagina y, para ello, estuvieras abriendo las batientes de su puerta de entrada.
Ahora tus dedos se pasearán a lo largo de ese espacio maravilloso que es el de su vulva. Coloca una mano en su abdomen y la otra sobre sus genitales. Pon un dedo a cada lado del clítoris y sumérgete en el valle que se extiende a cada lado de la abertura vaginal. Pregunta a tu pareja sobre la presión que debes realizar. También sobre la mayor o menor velocidad con la que debes ejecutar este movimiento. El ritmo y la presión son claves para que el viaje de tus dedos a lo largo de su vulva le resulte más o menos placentero. Utiliza la punta de tus dedos hasta llegar de nuevo a las inmediateces del clítoris. Pregúntale si le gusta que tus dedos estén ahí. Pregúntale si le gustaría que tus dedos dibujaran circulitos alrededor del clítoris. Dibuja esos circulitos con tus dedos. Dibuja también alguno de ellos alrededor de la abertura vaginal.
Estimulación del clítoris
Colocando la palma de tu mano sobre el monte de Venus, haz caricias sobre el clítoris con el dedo índice mientras con la otra mano acaricias el interior de sus muslos. Retrae la capucha que protege el clítoris y tócalo directamente pero con suavidad. Piensa que ese glande es muy sensible y que una presión sobre él excesivamente alta puede causarle molestias. Puede ser que a tu pareja no le guste que toquen directamente su clítoris desprotegido. Pregúntale. Desliza la capucha hacia delante y hacia atrás procurando no tocar el clítoris con tus dedos. Cada pocos segundos realiza una pausa breve e inicia otro movimiento. Incluye la respiración profunda en este ejercicio. Haz que tu pareja inspire y expire lenta y profundamente. Recuerda que ese tipo de respiración es fundamental para que el placer aumente. Sabemos que es difícil mantenerla cuando los genitales se convierten en protagonistas absolutos de la caricia y el masaje. Lo sabemos, sí. Sabemos que la respiración se acelera por la excitación, pero, a pesar de ello, insistimos en que se intente controlar la misma para, así, disfrutar más y mejor de esta experiencia. Pensando en esto, sigue con tus caricias.
Acaricia el clítoris a través de su capucha con un dedo. Asegúrate de tener a mano una buena cantidad de aceite o lubricante. Piensa que el clítoris, al revés que la vagina, no genera ningún tipo de lubricante natural. Exhala un poco de aire caliente sobre ese botoncito mágico. Intenta echar también sobre él un chorro de aire fresco. Prueba a colocar un vibrador en la parte posterior de la mano con la que estás acariciando el clítoris. Las vibraciones que el clítoris puede sentir a través de tus dedos (directamente del vibrador serían, posiblemente, excesivas) pueden resultar maravillosas para tu pareja. Las sensaciones pueden ser muy placenteras para ella.