Una nueva orientación sexual
Si preguntamos a una persona con un conocimiento medio sobre sexualidad sobre cuáles son las orientaciones sexuales más habituales en el ser humano nos citará, muy probablemente, cuatro de ellas. Heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad y asexualidad serán esas cuatro orientaciones. La primera hace referencia a la atracción sexual hacia personas del sexo opuesto. La homosexualidad nos hablaría de la atracción sexual hacia personas del mismo sexo. En la bisexualidad confluirían, en porcentajes que pueden variar, la atracción sexual hacia personas de ambos géneros. La asexualidad, por su parte, podría ser definida como la carencia absoluta de atracción sexual hacia género alguno.
Estas cuatro orientaciones sexuales no bastan, sin duda, para abarcar toda la complejidad de la sexualidad humana ni su manera de orientar la atracción sexual. Por eso, de tanto en tanto, surgen grupos con una orientación sexual específica que, de un modo u otro, intentan incluir un nombre nuevo a esos cuatro modelos básicos tradicionales. Uno de esos términos que han adquirido relativa fortuna en los últimos tiempos es el término “demisexualidad”.
Acuñado por la Asexual Visibility and Education Network (AVEN), el término demisexual hace referencia a toda aquella persona que sólo es capaz de sentirse atraída sexualmente por una persona con la que previamente a dicha atracción haya podido forjar un vínculo sentimental emocional y profundo.
Ante todo, el sentimiento
Si el ser sexual (hetero, homo o bi) no necesita de la forja de ese vínculo sentimental para sentir atracción sexual por otra persona y el asexual no sentirá esa atracción aunque esos vínculos se forjen, el demisexual estará a medio camino entre unos y otros, flotando en un espacio que podría definirse como una bisexualidad que, para plasmarse eróticamente, necesitará de la intervención de un fuerte componente emocional.
Para el demisexual, el sentimiento debe ser algo previo a la atracción sexual y condición sine qua non. Sin sentimiento no existirá, nunca, atracción sexual. Si topas en tu vida con una persona demisexual y te sientes atraído por ella y quieres conquistarla, da lo mismo cómo te vistas, cómo te arregles o lo que gastes en gimnasios y tratamientos de belleza. Da lo mismo tu look (aunque siempre te será más complicado resultar atractivo si te vistes a lo Marilyn Manson que si lo haces a lo David Beckham) y da lo mismo tu personalidad más o menos arrolladora, más o menos carismática. Al menos en un principio. Porque lo que deberás hacer será, siempre, conquistar el corazón de esa persona y establecer con ella un fuerte lazo de intimidad emocional. Sólo cuando ese lazo se haya estrechado y cuando tú seas para ella alguien especialmente querido podrá, si se da el caso, saltar la chispa de la atracción sexual.
Y es que, si en la atracción sexual existen dos fases, la primaria (basada en las cualidades exteriores) y la secundaria (basada en cualidades interiores y en el tipo de relación que se fragüe), y las relaciones habituales se inician habitualmente por la primera fase para, a partir de ahí, y no necesariamente, llegar a la segunda, en el caso de los demisexuales no existirá atracción sexual ni tendrá lugar la primera fase si no se pasa antes por la segunda.
La demisexualidad no es, en caso alguno, una asexualidad imperfecta. Lo demuestra el hecho de que el demisexual se puede llegar a masturbar. El asexual nunca lo haría pero el demisexual puede hacerlo pensando en la persona deseada o en la persona que imaginariamente atesore todas las virtudes y características que esa persona demisexual en concreto puede desear que tenga su pareja.
La demisexualidad tampoco debe confundirse con la opción que algunas personas eligen al reservar la experiencia sexual para aquellas etapas de la vida de pareja en la que la relación se haya hecho más formal. La demisexualidad no es una cuestión de carácter.
El universo A-Grey
Hay personas, sin embargo, que incluyen la demisexualidad en lo que se conoce como A-Grey o, lo que es lo mismo, asexualidad gris. Los A-Grey son aquellas personas que pueden sentir deseo y disfrutar del sexo, pero sólo en circunstancias muy específicas y delimitadas. Estas personas, debido a las condiciones tan específicas que necesitan que se cumplan para que se produzca el chispazo de la atracción sexual, sólo acaban experimentándola hacia una o dos personas a lo largo de toda su vida.
La vida del demisexual no es, sin duda, una vida fácil. Aunque mantenga relaciones de pareja, la pareja de un demisexual puede tener unas necesidades sexuales que su pareja demisexual no puede garantizar. Pese a mantener relaciones sentimentales estables, el mecanismo del deseo sexual en el demisexual se activa de una manera mucho más lenta que en las personas hetero, bi u homosexuales. El bajo nivel de libido propio de la demisexualidad puede convertirse, por tanto, en un grave impedimento para que la pareja de un demi se sienta absolutamente satisfecha dentro de su relación.
La demisexualidad puede afectar también a la sociabilidad de la persona demi en particular y a todos los integrantes del espectro A-Grey en general. Cuando llegan las conversaciones de sexo (que acostumbran a llegar en todo grupo, y habitualmente en tono jocoso) el demisexual se encuentra incómodo y fuera de lugar. Por suerte, cada vez son más los foros o grupos en los que las personas con una orientación sexual no englobada en los grupos tradicionalmente “aceptados” como tales pueden encontrar compañía semejante a ellos. El Demisexuality Resource Center, por ejemplo, es uno de ellos. En su página web (demisexuality.org) puede encontrarse información adicional sobre la demisexualidad y algunos enlaces para contactar con foros demisexuales.