Sex doll
Se las ha empleado demasiado en películas bufas. Se han hecho demasiadas bromas sobre ellas. En series de televisión o en gags de programas de humor han aparecido ridiculizadas y burdas. En cierto modo, la imagen que ha quedado de ellas es la de una especie de globo hinchable lleno de costuras y sólo atractivas a la vista de salidos muy salidos y que están muy solos. Y, sin embargo, aún está ahí. En los catálogos de los sex-shops. En sus estanterías. En las promociones que, en Internet, hacen los diferentes sex-shops on line. Reducidas en el imaginario de la gente a un utensilio especialmente fabricado para despedidas de soltero en las que el alcohol a destajo se adueña de todo. Para colocarlas en una esquina de la mesa, cerca del novio, con sus labios hinchados y sus pechos de plástico, con su boca abierta y su mirada fija y perdida. Para eso parece que sirven. Absolutamente descartadas para el erotismo por su absoluta apariencia de artificialidad. Hijas putativas de una industria que no cesa de innovar en busca del placer de hombres y mujeres hetero y homosexuales y que parece que se ha olvidado de ellas, dejándolas ahí, arrumbadas en un rincón, simbolizando un tiempo más cutre y salchichero, mucho menos glamouroso y trans-mega-post-moderno.
Por eso sorprende encontrar en la red esta noticia. 50 agentes de policía. Nada más y nada menos que 50 agentes desplegados en las afueras de Seúl, en Corea del Sur, junto a un canal de riego. Un ciudadano alertó a la policía de que había avistado lo que parecía ser un cadáver. A simple vista, una mujer de poco menos de un metro y medio de altura (¿una preadolescente, quizás?), con medias en las piernas y atada con tela y cintas azules. La palabra asesinato empezó a circular de boca en boca en la comisaría de Policía. Una avanzadilla de polis llegó a la zona y uno descendió hasta el canal para realizar una primera comprobación visual. También fue táctil. Y el poli dio la voz de alerta: “sí, es un cadáver”. Se desplegó todo el dispositivo, se rescató el “cadáver” y se corroboró su identidad. El cadáver no era tal cadáver, sino la réplica de goma de una mujer. La réplica estaba fabricada en Japón. Un representante de la policía excusó a su compañero. “La réplica de la piel de la muñeca era tan similar a la de una persona real”, afirmó, “que, cuando el agente la tocó, la confundió con un ser humano”.
Una réplica de una mujer. O sea: la versión más actual y sofisticada de la vieja, ridiculizada y entrañable sex doll. Modelos de ese tipo empezaron a importarse en Corea del Sur desde Japón hace ya una década. En la actualidad, se afirma, incluso hay moteles que la alquilan a sus clientes para que éstos, solitarios o no, puedan tener su ratito de sexo.
Leer esta noticia reconforta. Después de todo, la entrañable muñeca hinchable aún está ahí, dando guerra a su modo y haciendo compañía a los solitarios que quieren añadir una pequeña dosis de imaginación a sus pajas. Si se habla con ellos, ellos defenderán que los materiales ya no son los mismos que antes. “Ahora, parecen de verdad”, dirán. Y tendrán, en gran parte, razón. Basta sondear un poco lo que oferta el mercado para comprobar hasta qué punto se puede encontrar una gran variedad de modelos entre estos maravillosos objetos del placer.
Tipos de muñecas hinchables
Podemos encontrar, por ejemplo, las muñecas de vinilo. Éstas, que son las más compradas, acostumbran, aún, a llevar costuras. Son, seguramente, las menos logradas. Pero tienen su encanto. Uniformadas de enfermeras, de futbolistas, de policías, de monjas… estas love doll, quizás las más tradicionales, se resisten a sucumbir.
Las muñecas de goma, por su parte, con cuerpo de látex y sin costura alguna ofrecen un mayor realismo. Éstas, al contrario que las anteriores, tienen su propia cabeza de plástico, bien diferenciada del cuerpo, con sus ojos de cristal y sus pelucas.
Las muñecas de silicona son, sin duda, las más realistas y también, lógicamente, las más caras. Turbadoras por su semejanza con el ser humano, disponen de una estructura metálica interna que no sólo les confiere un peso mayor y, por tanto, más parecido al de una persona, sino que también les permite un mayor movimiento y, con ello, mayor variedad de posturas eróticas. Esta muñeca se presta a colocarse a cuatro patas o, si es necesario, en la más tradicional postura sexual del misionero.
Dentro de las muñecas fabricadas en Japón hay que destacar un tipo muy especial. Este tipo es el de las muñecas que imitan a la perfección a los personajes de los animes y los hentais. Con la cintura estrecha, sus uniformes de colegialas, sus pechos exhuberantes y sus ojos inmensos y sus bocas sensuales, estas muñecas son toda una tentación para todos aquellos que, como el Hubert de Nabokov, andan a la busca de su Lolita y fijan en su apariencia adolescente la oscura flor de su deseo.
Para todas estas muñecas se recomienda la utilización de un lubricante al agua y, por supuesto, una limpieza exhaustiva con agua y jabón neutro y el empleo adicional de algún limpiador especial para juguetes sexuales.
Si sigues estos consejos y le echas un poquito de imaginación puedes disfrutar de una compañía placentera y sumisa que siempre estará a tu disposición. Si es tu deseo, hasta la puedes encontrar con la apariencia de Beyoncé o de Pamela Anderson. Si te apetece tantear los límites de la homosexualidad, un muñeco hinchable con la apariencia de Justin Beaber está ahí, en el mercado, esperándote como una tentación de goma.