Recuperando los primeros días del amor
El coqueteo, ese intento continuo de seducir al otro que siempre se da en las fases iniciales del amor, suele quedar arrumbado cuando la relación de la pareja se afianza y la rutina se apodera de la misma. La adulación, la risa, el tacto ligero y, sobre todo, el contacto visual, van perdiendo protagonismo en la relación. En las fases iniciales del amor no dejamos de mirar a nuestra pareja. En cierto modo es como si quisiéramos absorber todos y cada uno de sus rasgos, guiños, muecas o gestos con la simple utilización de nuestra mirada. Como si quisiéramos hacerla nuestra a base de mirarla. Recuperar esas acciones, recuperar el coqueteo, es fundamental para insuflar nueva vida erótica a una relación que empiece a dar claras señas de empezar a marchitarse bajo la losa siempre aplastante de la rutina.
La necesidad de incorporar el coqueteo a los hábitos de relación de la pareja es algo que ya estaba recogido en el Ananga Ranga de Kalyana Malla. En el clásico hindú se recoge cómo la mujer debe fijar su vista en el hombre sin vergüenza alguna. Esa mirada, lógicamente, no puede ser una mirada indiferente y desprovista de intención. Por el contrario, la mirada de la mujer hacia su pareja debe ser una mirada completamente cargada de intención, provocativa y seductora.
Lo mismo sucede con la mirada del hombre. Hay que bucear en los recuerdos de los primeros tiempos de relación y ahondar en el recuerdo de lo que entonces se sentía. Haciéndolo, será más sencillo recuperar aquella mirada de adoración y, al mismo tiempo, seducción, que entonces teníamos. Si le regalamos esa mirada a nuestra pareja será más sencillo que ella, observándose en ella, desee regresar aquellos tiempos de deseo a flor de piel.
Adulación y piropo
Kalyana Malla destaca también en su obra cómo en el coqueteo juega un papel muy importante la adulación. Entre la adulación sincera y el piropo excesivo puede existir una pared muy fina. La primera es positiva; el segundo, por el contrario, puede jugar en contra de nuestros intereses. Lo artificioso de un piropo puede arruinar un coqueteo. A la hora de adular, muchas veces es preferible utilizar técnicas más sutiles. La de inclinarse hacia la persona con la que hablamos, por ejemplo. Ese inclinarse dejará en la percepción de la persona la sensación de que estás absolutamente pendiente de sus palabras (es decir: que te importa).
Amoldar tus gestos a los de tu pareja también puede ser una buena táctica a la hora de coquetear con ella. Inclinarte hacia ella cuando ella se incline hacia ti, beber al mismo tiempo si estáis tomando una copa, tocarte el pelo si ves que ella se toca el suyo, reír cuando ella se ría… En este caso, la persona con la que coquetees tendrá la sensación de que estás en sintonía con ella. En cualquier caso, no hay nada más adulador que una mirada extasiada y admiradora. Unos ojos que no sólo nos miran sino que nos admiran son la mejor forma de coquetear con nosotros.
Juguetear con la ropa también es una buena manera de coquetear. Mostrar sin mostrar: ésa es la clave. El sugerir puede servir más para el coqueteo que la obviedad del desnudo. Dejar ver el canalillo de los pechos, llevar una falda que muestre los muslos, mostrar un hombro, lucir una camiseta que marque musculatura… cualquiera de estos trucos puede servir para coquetear con tu pareja y caldear el ambiente.
Algo que puede servir, también, para reforzar la tarea del coqueteo es un presente. Un regalo inesperado siempre es una forma de adulación (es una forma de decir “he ido a comprar esto porque pensaba en ti”) y una buena táctica de seducción. Unas flores, un perfume, unos bombones, un libro con un significado especial, un conjunto de ropa interior… cualquiera de estos objetos pueden servir para completar ese coqueteo que vuelva a incentivar la pasión en el seno de la relación.