Drogas y sexo
Hace un tiempo dedicamos en nuestra web un artículo a la relación que en un determinado momento podían mantener drogas y sexo. En aquel artículo detallábamos cómo podía resultar una sesión de sexo si se combinaba su práctica con el consumo de estupefacientes tales como la cocaína, el candyflip, el Popper, el extasis líquido o el cannabis, entre otros. Finalizábamos aquel artículo titulado “¿Qué tal le sientan las drogas al sexo?” con las siguientes palabras:
“A falta de estudios más documentados sobre las relaciones existentes entre sexo y drogas y los efectos de éstas sobre aquél, nosotros no aconsejamos combinar ambos elementos. También aconsejamos no hacer demasiado caso a las experiencias que nos cuenten quienes hayan experimentado la combinación de drogas y sexo. Al fin y al cabo, la experiencia de cada persona con las drogas (y, también, con el sexo) es una experiencia personal e intransferible”.
En aquella ocasión, sin embargo, olvidamos mencionar algo que, la experiencia nos lo ha demostrado, siempre puede convertirse en un riesgo: que ciertas modas lleguen a imponer usos y costumbres peligrosas para la salud. Ciertos datos aportados por el Ayuntamiento de Barcelona durante estos días nos hablan de la peligrosa expansión del fenómeno chemsex.
¿De qué hablamos cuando hablamos de chemsex? Del consumo de varios tipos de drogas para, gracias a ello, poder mantener relaciones sexuales durante períodos de tiempo más prolongados, una práctica que parece casi exclusiva del colectivo gay y que provocó durante el pasado año que 193 personas tuvieran que ser atendidas por los servicios de salud de la capital catalana.
Las características particulares que hacen del chemsex un fenómeno diferente al del consumo de otro tipo de drogas dentro del ámbito de la práctica sexual radican en el consumo de un tipo muy determinado de drogas. ¿Qué drogas son ésas? La metanfentamina de cristal, el GHB, el GBL y la mefedrona. El cristal y la mefedtona incrementan el ritmo cardíaco e impulsan una sensación de euforia y agitación sexual; el GHB desinhibe y, al mismo tiempo, actúa como analgésico. Con todas estas sustancias se persigue aguantar fiestas sexuales durante, incluso, días.
Los riesgos de la práctica del chemsex, señalan las autoridades sanitarias, son varios y evidentes. El más evidente de ellos es el de la posibilidad de desarrollar una dependencia psicológica (en el caso de la mefedrona y del cristal) o fisiológica (en el del GHB) muy fuerte. No dormir durante, por ejemplo, 72 horas debido al efecto de las drogas nombradas también tiene un efecto demoledor sobre la salud.
Riesgos de infección
Al mismo tiempo, la práctica del chemsex deja a quien consume las sustancias citadas en un estado de semiinconsciencia durante el cual se reduce la percepción de riesgo. Al reducirse ésta, el participante en una de estas “fiestas sexuales” relaja su atención a las medidas de prevención sexual elementales, lo que le lleva a mantener conductas sexuales de riesgo. Al desaparecer en muchos casos el uso del preservativo aumenta el riesgo de contagio de una enfermedad de transmisión sexual o ETS. Hay informes que hablan de que el riesgo de infección por VIH se multiplica por tres.
Ése es el dato proporcionado por BCN Chekpoint, una entidad que, definiéndose como “un centro comunitario de detección del VIH y otras infecciones de transmisión sexual dirigido a hombres gays, otros hombres que tienen sexo con hombres y mujeres transexuales, ha decidido abrir consultas psicológicas para intentar ayudar a personas que hayan quedado “enganchadas” al chemsex. BCN Chekpoint tiene su sede en el número 164 de la barcelonesa calle de Comte Borrell y, entre otros servicios, ofrece la posibilidad de realizarse de manera confidencial, rápida y gratuita una prueba del VIH así como la de realizarse pruebas destinadas a detectar la sífilis, la clamidia, la gonorrea o la hepatitis C. Al mismo tiempo, BCN Chekpoint dispone de un programa de vacunación contra las hepatitis A y B y realiza y colabora en todo tipo de estudios destinados a erradicar el VIH y a mejorar la calidad de vida y la salud de sus portadores.
La Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) y el Ayuntamiento de Barcelona, por su parte, han decidido redoblar sus esfuerzos para intentar acabar con el consumo y/o dependencia a sustancias psicotrópicas para tener sexo. A corto plazo, el Ayuntamiento de Barcelona y la ASPB han puesto en marcha una estrategia que debe conducir a desplegar programas de prevención y atención personalizada a todas aquellas personas que requieran algún tipo de intervención, bien sean breves, bien de larga duración.