Contando con la pareja para jugar con el punto G

Si ya has descubierto y explorado tu punto G, ha llegado el momento de describir a tu compañero dónde y de qué forma te gustaría ser tocada. Dile que siga los pasos que tú seguiste para descubrirlo y, para ello, que se sirva de sus dedos y de algún juguete. Oriéntale. Ya llegará el momento en el que él intente alcanzar tu punto G con su pene. Háblale y dile cómo debe hacerlo y dónde debe presionar. Dale verbalmente toda la información que necesite para alcanzar lo que buscáis.

Poner a tu socio al cargo de los juguetes te permitirá relajarte y disfrutar de las sensaciones de tu cuerpo. Puedes escoger juguetes eróticos para tu vagina y para tu clítoris. Puedes experimentar tumbada sobre tu espalda o sobre tu estómago. Puedes pedir que te penetre con diferentes juguetes, siempre bien lubricados. Cuando tu pareja usa un consolador o un juguete contigo, puede atender y observar mejor tus expresiones y reacciones a los diferentes tipos de manipulación del juguete. Con el consolador o el juguete tu pareja podrá captar los cambios más sutiles en tu excitación y en tu reacción y, gracias a ello, podrá intentar reproducir los movimientos de una manera más fiel con su pene.

consoladores variados

Prueba el sentir la lengua de tu pareja jugueteando con tu clítoris mientras el dildo o el vibrador cumplen su tarea sobre tu punto G. Rota tus caderas y menéalas mientras el juguete presiona tu punto G y la lengua de tu pareja saborea y lame tu clítoris.

Quizás ya sea el momento de que el pene de tu pareja entre en acción. Algunas posturas son mejores para estimular el punto G que otras. Con la mujer arriba es más fácil estimular ese punto G pues ella se queda con el control de la postura y puede mover su cuerpo ligeramente (por lo general doblándolo hacia atrás) para que el pene de su pareja se centre en la parte frontal de la vagina. Esta postura también favorece la estimulación del clítoris con la mano o con algún otro juguete.

La penetración desde atrás también goza de buena prensa, pues favorece una profunda penetración en un ángulo que suele resultar bien alienado para alcanzar el punto G. Esta posición puede modificarse levemente de la siguiente manera: que la mujer se coloque de pie, doblada ligeramente y con las manos apoyadas en las pared. Esta postura permite una mayor presión sobre el punto G y facilita el empuje del pene. Si se desea añadir un poco de estimulación del clítoris, puede usarse la mano de cualquiera de los dos o una correa con vibrador si desean tenerse las manos libres. Si se quiere alcanzar el punto G en la postura del misionero, es ideal colocar una almohada bajo las caderas, con la pelvis orientada hacia arriba, permitiendo que la penetración del pene se produzca con un ángulo mejor.

Sobre estas reglas generales puedes innovar, experimentar o añadir las variaciones que desees. El límite sólo está en tu imaginación y en la imaginación de tu pareja y en los límites que, de mutuo acuerdo, pongáis a vuestros encuentros sexuales.

Por ejemplo: puedes variar en la utilización alternativa, en el mismo juego, de consoladores fríos y calientes. Esos cambios de temperatura pueden excitar mucho a tu punto G. Ya sabes que tu punto G es una zona corporal en la que confluyen numerosas terminaciones nerviosas. De hecho, hay sexólogos y estudiosos de la anatomía femenina que hablan de unas ocho mil terminaciones nerviosas. Esa confluencia hace que el punto G sea un punto especialmente sensible y estimulable. Por eso puede suceder que no te guste sentir en él ningún tipo de vibración.

No te sientas extraña si te sucede eso. De hecho, no a todas las mujeres les gusta la vibración, las hay que la encuentran incómoda o molesta. Si eres de este tipo de mujer, no renuncies a disfrutar de ese placer que puede suponer para ti la estimulación del punto G. Busca un consolador con una ligera inclinación en la punta. Algunos son flexibles para que puedas lograr el ángulo deseado. Otros disponen de una bola en la punta que favorece la presión sobre el punto G. Puedes experimentar también con consoladores de ventosa. Y puedes probar con diferentes texturas. Por regla general, las mujeres suelen hablar favorablemente de los juguetes eróticos de silicona, plástico rígido y acrílico. No tanto de los juguetes de goma suave.

Hay consoladores que pueden convertirse en vibradores si se insertan vibradores más pequeños en sus núcleos huecos. Puedes buscar consoladores combinados que hagan que, al mismo tiempo, sientas vibración en el clítoris y en la vagina. A todo esto, claro, y para redondear, puedes añadir un estimulador de pezones o, por qué no, un plug anal. El objetivo ya sabes cuál es: conseguir el máximo de placer y que tu cuerpo lo disfrute.
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