El estilo Botero
Hay pintores cuyas obras son perfectamente reconocibles incluso para aquellas personas que no son especialistas en pintura ni en Historia del Arte. Fernando Botero es uno de esos artistas. Quien más quien menos reconoce al instante sus figuras orondas, infladas y redondeadas. Gatos, hombres, mujeres… cualquier ser vivo adquiere en la obra de este pintor y escultor colombiano una forma desmesuradamente redondeada. Botero usa el volumen de una forma desmesurada. Decir que es un pintor de “gordos” y “gordas” es faltar a la verdad. Al menos en parte. En el arte de Botero no hay carnes flácidas; hay un canto a la esfera y a la forma redondeada. Basta mirar una pintura de Rubens y una pintura de Botero para saber lo que es una mujer entrada en carnes y una mujer de Botero. Una y otra tienen poco que ver.
Se suele decir que el arte de Fernando Botero es hijo de una doble influencia artística. Por un lado, Botero se ha inspirado en autores renacentistas como Giotto y Paolo Uccello; por otro, puede considerarse miembro destacado de lo que se ha conocido como expresionismo abstracto, y que sería una vanguardia artística propia del siglo XX.
Fernando Botero nació en Medellín en abril de 1932. Hace poco, pues, que cumplió los 86 años. Con motivo de dicha efeméride, el Museo Antioquia, ubicado en Medellín noroeste, inauguró el pasado mes de abril una exposición que, con el título de Boterosutra, reúne una serie de obras que el artista colombiano presentó por vez primera en 2013. Tras haber sido expuesta en Francia, Suiza y Alemania, Boterosutra se expone por primera vez (y hasta el próximo 13 de agosto) en el continente americano.
Boterosutra está compuesta por 5 pinturas al óleo, 16 dibujos de gran formato sobre lienzo y 47 dibujos de técnica mixta sobre papel; en total, unas 70 imágenes que, en blanco y negro, en color, con acuarelas o con sanguinas, están inspiradas en el milenario Kama Sutra.
El arte erótico de Fernando Botero
Fernando Botero, que siempre ha defendido que el arte se hace para dar placer, propugna la edificación de una obra artística que abogue sin complejos por dar placer a quien la contempla, y lo hace lamentando que se haya producido una especie de divorcio entre el artista y la sociedad. Según Botero, ese divorcio entre el artista y la sociedad y la propuesta artística habitual que puede contemplarse en exposiciones y museos especializados en la exposición de obras de vanguardia conduce al aburrimiento y la indiferencia del espectador.
Y eso, precisamente, es lo que no puede hacer el espectador de Boterosutra ante las obras que forman parte de esta maravillosa colección de imágenes eróticas inspiradas en el Kama Sutra: permanecer indiferente. Difícil hacerlo ante unas imágenes cargadas de un erotismo sutil y una sensualidad que se manifiesta, más que en las actitudes, en el color y las formas.
Durante muchos años, Fernando Botero pensó que “el erotismo podía distraer del fin artístico”. Por eso no pintó escenas de sexo hasta que cumplió los 81 años. Cuando lo hizo, tenía ya una experiencia que en nada era la de aquel niño que creció en un ambiente en el que el sexo era tabú y que descubrió lo que era el sexo, el erotismo y la belleza del desnudo contemplando las ilustraciones que Doré había realizado para ilustrar una obra que sus padres intentaban mantener fuera de su alcance: la Divina Comedia.
Tuvieron que transcurrir muchos años para que el artista colombiano diera un paso adelante y creara una serie de imágenes que en caso alguno resultan obscenas y sí muy sensuales. Son varios los conceptos en los que se tiende a pensar cuando se observan las pinturas eróticas de Botero. Uno de ellos es el de salud. Otro, el de belleza. Un tercero, el de juego placentero.
Fernando Botero ha afirmado en más de una ocasión que antes de pintar Boterosutra leyó el Kama Sutra, una obra que, según él, no es en caso alguno un libro erótico, sino un libro sobre el amor. Tras esa lectura, y en un período de tres meses de trabajo exclusivo, Botero creó el grueso de su Boterosutra. Para ello, afirmó, utilizó más la imaginación que la memoria. Después de tanto, dijo, el Kama Sutra no recoge tantas posturas como se suele imaginar. Tampoco el Ananga Ranga, obra que, sostiene el maestro colombiano, también leyó antes de iniciar su Boterosutra.
Fernando Botero, al realizar el Boterosutra, se ha añadido a la larga lista de autores que, a lo largo de la Historia del Arte, convirtieron el erotismo en tema más o menos central de su obra o de parte de ella. Entre todos ellos, Botero suele destacar a autores del Renacimiento, a los autores de los grabados shunga, a François Boucher, a Gustave Coubert, a Picasso (de él Botero ha dicho alguna vez que su pintura más erótica roza la pornografía) o a Balthus, un pintor figurativo polaco-francés del siglo XX.