Anorgasmia femenina
Son muchas las mujeres que padecen lo que se conoce como anorgasmia. Con ese nombre se conoce la ausencia o demora persistente o recurrente del orgasmo después de una fase normal de excitación sexual. Es decir: que la mujer se excita normalmente durante el mantenimiento de relaciones sexuales pero no alcanza el orgasmo.
A la hora de hablar de la anorgasmia femenina y de valorar si una mujer la padece o no y hasta qué punto es grave hay que tener en cuenta que en la vida sexual de una mujer pueden producirse pequeños períodos de tiempo en los que ésta no experimente orgasmos. Puede suceder, por ejemplo, tras un parto que haya dejado algún tipo de lesión. O cuando la pareja atraviesa una crisis. O cuando hay problemas familiares.
Según apuntan algunas estadísticas, entre un 7 y un 30% de mujeres padecen alguna vez en su vida algún tipo de anorgasmia. Hay científicos que distinguen entre cinco tipos de anorgasmia femenina, pero la mayoría de ellos distinguen tres tipos:
- Anorgasmia femenina primaria. En este grupo se encuentran las mujeres que nunca han experimentado un orgasmo.
- Anorgasmia femenina secundaria. Este tipo de anorgasmia es la que afecta a mujeres que tuvieron orgasmos y después dejaron de experimentarlos.
- Anorgasmia femenina situacional. Este tipo de anorgasmia afecta a las mujeres que sólo bajo determinadas circunstancias pueden tener un orgasmo.
Las causas originarias de la anorgasmia femenina pueden ser varias. En pocas ocasiones las causas son de orden orgánico. El consumo de alcohol, el abuso de fármacos, problemas hormonales o trastornos en el sistema endocrino podrían esconderse detrás de una anorgasmia femenina, aunque lo más habitual es que ésta sea debida a causas psicológicas. Entre éstas podríamos encontrar una mala experiencia en el pasado (los abusos sexuales en la infancia o la adolescencia pueden estar detrás de una anorgasmia femenina), una grave falta de autoestima o una educación sexual excesivamente rígida. En este sentido, la cultura recibida juega un papel fundamental en muchos casos de anorgasmia femenina. Una educación marcadamente machista en el que a la mujer no se la concibe como ser independiente con derecho a disfrutar de su propia sexualidad es una educación potencialmente generadora de mujeres candidatas a sufrir anorgasmia. Muchas mujeres, educada bajo esos patrones machistas, han reaccionado de manera inconsciente inhibiendo su capacidad para alcanzar el orgasmo durante el acto sexual.
Tratamiento contra la anorgasmia femenina
A la hora de buscar un tratamiento contra la anorgasmia femenina lo mejor es recurrir a un especialista. Los especialistas suelen basar su tratamientos contra la anorgasmia en terapias cognitivo-conductuales. Sólo cuando se constata una causa orgánica que pueda ser tratada con medicinas se recurre a los tratamientos farmacológicos.
Entre las prácticas que forman parte de los tratamientos cognitivo-conductuales de la anorgasmia femenina podemos encontrar las siguientes:
- Autoexploración genital de la mujer. La mujer debe aprender a conocer sus genitales y debe, también, aprender las técnicas necesarias para estimularlos.
- Masturbación acompañada de una imitación de los sonidos y movimientos que pueden producirse durante la respuesta orgásmica.
- Estimulación clitoriana por parte de la pareja, que debe ser orientada por la mujer que sufre anorgasmia para realizar dicha estimulación de una manera correcta.
- Estimulación manual del clítoris mediante la realización del coito.
Como vemos, la estimulación del clítoris desempeña una función capital en la lucha contra la anorgasmia femenina. Y es que, no lo olvidemos nunca, el orgasmo femenino está ligado más a la estimulación clitoriana que a la penetración en sí. Hay estadísticas al respecto que lo demuestran.
Anorgasmia masculina
Que se suela hablar de la anorgasmia como un problema sexual exclusivamente femenino no quiere decir que la anorgasmia no sea, también, un problema masculino. No sólo hay mujeres a las que les resulta muy difícil alcanzar el orgasmo, también hay hombres que tienen dificultades, a veces insalvables, para llegar al clímax aunque hayan estado excitados durante el mantenimiento de la relación sexual y la hayan iniciado con ganas.
Que no se hable demasiado de la anorgasmia masculina no quiere decir que no exista. Aunque no se dé en un porcentaje tan elevado como acostumbra a darse la anorgasmia femenina, sí se da, y si no se habla de ello más a menudo es sólo por condicionantes culturales. En cierto modo, al hombre se le sigue viendo en una sociedad eminentemente patriarcal como la nuestra como al macho semental que debe inseminar a la hembra. Y el macho inseminador, el macho Alfa, no puede padecer anorgasmia.
La anorgasmia masculina podría ser definida como la dificultad experimentada por el hombre para sentir las sensaciones placenteras que, comúnmente, acompañan al orgasmo. Su existencia puede ocasionar un sentimiento de culpa en el seno de la pareja que puede acabar afectando a uno o a los dos miembros de la misma. El hombre puede sentir que ya no desea lo suficiente a la mujer. La mujer, que ya no excita al hombre. Sin duda, la anorgasmia masculina puede suponer un gran problema para la vida íntima de la pareja.
Entre las causas más frecuentes de la anorgasmia masculina podemos encontrar causas tanto físicas como psicológicas. Entre las primeras podemos encontrar la diabetes, las malformaciones, las lesiones de la médula espinal o el uso de algunos medicamentos para problemas neurológicos y psiquiátricos. Entre las segundas, la tensión, la angustia, la depresión, el estrés, el miedo al rechazo, la mala praxis, problemas personales de pareja o algún tipo de situación anterior traumática.
Para superar la anorgasmia masculina lo mejor es acudir a un especialista. Deberá ser un médico quien dictamine si las causas de la anorgasmia son de orden físico o de orden psicológico. En un elevado porcentaje de casos, las causas de la anorgasmia masculina son de carácter psicológico. Para enfrentarse a ella y superarla, lo primero que hay que hacer es naturalizar la situación, es decir, considerar la anorgasmia como algo que a cualquiera (como de hecho sucede) le puede pasar en alguna etapa de su vida y con lo que no hay que obsesionarse. De hecho, obsesionarse con el orgasmo alimenta la imposibilidad de llegar a él. La ayuda de un terapeuta servirá para superar la anorgasmia masculina.